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Me llega por mail este video: un avioncito de colores anuncia que pasen a bordo los pasajeros porque a las 12 de la noche decolará su vuelo número 2017.
Un viaje que durará 12 meses. Se ruega a los pasajeros dejar en el cesto de la basura todos los malos recuerdos y los fardos pesados. Y en su equipaje solamente llevar los buenos recuerdos. El avión tendrá las siguientes escalas: amor, gozo, amabilidad, paciencia, ternura, tolerancia, respeto, alegría, armonía, felicidad y paz. El capitán ofrecerá el siguiente menú: gratinado de amistad, salpicón de excelentes noticias, acompañado de ensalada de éxitos, surtido de postres de armonía, sonrisas, abrazos y prosperidad.
Se ruega a los pasajeros antes de abordar dar las gracias a sus compañeros de viaje del vuelo que termina, el número 2016. Y de nuevo el capitán les desea que disfruten de este viaje incomparable lleno de sorpresas, algunas turbulencias que no pondrán en peligro la nave y un feliz vuelo.
Resumo este mensaje antes de irme a la fogata anual con mi familia: hermana, hijos, nietos, sobrinos y amigos muy cercanos. Alrededor del fuego cantaremos, brindaremos y los que deseen arrojarán a las llamas los muñequitos del año que nos deja.
Yo los guardo porque son los testigos de trapo de esos viajes de 12 meses que me regala la vida. Alegrías, rabietas, emociones encontradas, amor, ratos de intolerancia, abrazos, carcajadas, reunión con amigas, llantos compartidos por los que se despiden para siempre, temores, momentos de desorientación y angustias y muchos instantes de felicidad. Los guardo en una especie de corralito que tengo en mi cuarto.
Me subo dentro de unas horas al vuelo 2017. Me pienso ajustar el cinturón emocional y disfrutar al máximo todas las escalas del menú y la compañía de mis compañeros de viaje y espero aterrizar el próximo diciembre con la riqueza de este nuevo aprendizaje. Y prepararme para el próximo.
Desearía que los vuelos nunca acabaran, pero sé que algún día ya no seré el pasajero que aborde, sino el que mirará desde otras dimensiones a todos los que amo y continúan su viaje anual. Mientras llega ese momento pienso disfrutar al máximo este regalo. Así me encuentre con nubarrones y tormentas, siempre sé que el sol saldrá de nuevo y el cielo se vestirá de azul.
Salgo para la fogata. A todos mis lectores, mis amigos del alma, mis compañeros de viaje, les deseo también que disfruten todos los destinos del vuelo que decola en breves horas.
Posdata: Así el horizonte trumpiano, putiniano, norcoreano, etc. no esté claro, me arriesgo al vuelo y lo asumo con todas sus consecuencias.
Los invito a todos a hacer lo mismo, sobre todo a los hermanos colombianos que por primera vez en nuestra corta pero trágica historia nos podremos subir tomados de la mano para brindar con el aperitivo de paz que nos ofrece la tripulación. ¡Feliz vuelo 2017!
Los recuerdos de esos 12 meses de vida que me regaló mi Poder Superior con salud, amor, ternura, amaneceres, lluvias, puestas de sol, árboles y flores.
