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Invito a todos los periodistas independientes de Colombia a pedir la construcción de un nuevo pabellón en una cárcel para nosotros. ¡Al fin juntos! Lo llamaríamos la Cueva de la Libertad. Allí viviríamos gracias al mico del HParlamentario apodado Chichí Quintero, que lleva siete años ocupando asiento en el Congreso, afiliado a Cambio Radical. Sus mayores méritos han sido ser hacendado y exdirigente del Valledupar Fútbol Club.
La mascota de Chichí se apellida Lorduy, defensor a ultranza del mico, defensor a ultranza de la Abudinen y con una hoja de vida, tengo entendido, no muy de mostrar (¿me irán a condenar?). Como buenos primates, fueron saltando de rama en rama desde que empezó la ponencia del proyecto de ley anticorrupción, en las mejores épocas de la inolvidable Alicia Arango, y así, rameando y escondidos entre hojarascas húmedas y olorosas a queso rancio, ¡zaz!, se metieron como micos escurridizos y aceitosos dentro del voluminoso proyecto. Curiosamente, fue aprobado por varios representantes con buena reputación, quienes tuvieron que admitir avergonzados, o desvergonzados, que no se dieron muy bien cuenta de qué firmaban. Vergüenza general. Punto.
Pero si Cristo nació en un pesebre (y estamos en Navidad), de donde menos se espera salta la liebre. En un acto de lúcida firmeza, o a lo mejor ya hastiado de que le metan más liebres chimbas, el que nos está salvando es el mismísimo presidente Iván Duque, quien ha pronunciado enfáticamente que no firmará semejante orangután y, por lo tanto, lo objetará. Así. De un tajo. Gracias, señor presidente. A todo señor, todo honor. Los periodistas que no tragamos entero y los que descubren el hongo en el pan recién horneado le estaremos eternamente agradecidos.
Si el presidente Duque no lo hace, quedaríamos en la cuerda floja, porque se daría lugar, me imagino, a más debates y miquitos. Yo ya estaba soñando con ese pabellón de la Cueva de la Libertad, todos juntitos, escribiendo a escondidas y mandando mensajes con las palomas de la paz o cualquier alma justa que nos cuidara, porque nada ni nadie nos hará callar.
Y como estoy reconociendo cosas, ya la revista Semana, dedicada al fascismo en América Latina, es una alerta de lo que nos podría caer encima. Recomiendo leerla. Nada que ver con la Semana semanal de doña Vicky. El grupo Gilinski sabe de qué está hablando. Abramos los ojos, que no nos pase lo que a los representantes “decentes” que firmaron dormidos y ahora no saben cómo salir bien librados del atolladero.
Me pregunto el porqué de la vehemencia de Chichí y su combo por pasar el mico. El que nada debe nada teme. El que algo debe algo teme. El que mucho debe mucho teme. Y me temo que muchos de estos micos tienen miedo. No sé por qué me lo temo.
Posdata I. Ojo al fascismo camuflado. Y perdón por los pulpos, pero tienen tentáculos siniestros muy bien ocultos y difíciles de detectar. Pero de que existen, existen. ¡Tenemos que batallar por la democracia y la libertad de expresión, cueste lo que cueste!
Posdata II. La minga nos dio en Cali una lección de esperanza, reconciliación y dignidad ejemplar. ¡Los “buenos” deben estar tragando bilis!
