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Milpas y acacias

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Aura Lucía Mera
12 de octubre de 2021 - 05:30 a. m.
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Ni Belisario de Jesús García, nacido en México en 1894, coronel en la Revolución Mexicana, carrancista, ni el poeta y dramaturgo español Vicente Medina Tomás, nacido en 1866, imaginaron que llegarían a ser intérpretes de dos canciones que muchísimos años después serían referentes de la historia del desarraigo y el desplazamiento en Colombia y que están grabadas en la memoria de nuestra generación.

El coronel mexicano era un apasionado de la música. Compositor en medio del fragor de la batalla. De ahí salió Cuatro milpas:

“Cuatro milpas tan solo quedaron / del ranchito que era mío / De aquella casita / tan blanca y bonita / ni un muro quedó”.

“Los potreros están sin ganado / toditico se acabó / Ya no hay cementeras / ni mulas cerreras / ni un toro quedó”.

“La laguna se secó / la cerca de alambre que estaba en el patio también se cayó”.

“Si me prestas tus ojos morena / los llevo en el alma a que miren no más / los despojos de aquella casita / tan blanca y bonita / y lo triste que está”.

En el diario El Informador de México encuentro este comentario: “Ilustra la tristeza de hoy que recorre los campos y el ambiente rural de nuestro lastimado país. Si el clamor de la crisis, el desempleo y los pronósticos ‘catastrofistas’ viene de la clase pudiente y la cada vez más desaparecida clase media, ¿qué dirán aquellos que desde antes de nacer ya estaban condenados a la miseria y al abandono? ¿De qué esperanza se puede hablar cuando el estómago cruje y se amarga, y la vista sólo entrega páramos desolados y muertos?”.

Las acacias, ese pasillo incrustado en nosotros que nos saca lágrimas, tiene una historia más curiosa. Un poema de Medina Tomás, hombre controvertido que se sintió incomprendido en su tiempo y después de muerto pasó al parnaso de la poesía española, con comentarios de Valle-Inclán, Unamuno, etc. Un poema que llegó a manos de Jorge Molina Cano, antioqueño, sobrino de Fidel Cano, fundador de este diario. Nacido en 1898, joven bohemio, jamás terminó sus estudios, autodidacta, alcohólico, murió a los 29 años de cirrosis, se enamoró del poema y compuso este pasillo, convirtiéndolo, sin saberlo, en ícono de nuestra música popular:

“Ya no vive nadie en ella / y a la orilla del camino / silenciosa está la casa... / se diría que sus puertas se cerraron para siempre / se cerraron para siempre sus ventanas”.

“Los que fueron la alegría y el calor de aquella casa / se marcharon unos muertos y otros vivos que tenían muerta el alma”.

“Gime el viento en los aleros / desmorónanse las tapias / y en sus piedras cabecean / combatidas por el viento las acacias”.

Pasan los años. Sigue la sangre y el desplazamiento. El desgarre. El olvido. Parecen escritos ayer.

Los campesinos colombianos siguen transitando este camino del despojo. En este momento muchos deben estar recordando su ranchito al cual no pueden regresar o pensando en el viento cabeceando en las acacias.

¿Hasta cuándo?

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Humberto(12832)13 de octubre de 2021 - 06:53 p. m.
Y mientras tanto, me voy a poner serio y quejumbroso al lado de semejante hermosura de columna, tenemos 8 millones y medio de desplazados a quienes algunos han calificado de migrantes internos y compran barato esas tierras abandonadas por la violencia patrocinada por los grandes compradores que no han permitido ni el catastro nacional ni que se lleve a cabo una distribución-recuperación justa
Humberto(12832)13 de octubre de 2021 - 06:46 p. m.
Apreciadísima Aura Lucía: me llevó a recordar esa esperanza paradójica del frente nacional que en unos generó esperanzas y en otros dio para el nacimiento definitivo e institucional de las guerrillas. Ese bambuco de Jorge Villamil interpretado por Garzón y Collazos y por Silva y Villalba que se titula El retorno de José Dolores que está en youtube.
Pablo(42948)13 de octubre de 2021 - 12:54 a. m.
Excelente la columna, una realidad. Gracias, señora Aura Lucia
Fernando(70558)13 de octubre de 2021 - 12:35 a. m.
Gracias Aura por contribución al recate de nuestra cultura popular, la que cumple un papel en el desarrollo de la historia. Así también hay miles de canciones que borran, desconocen, ocultan o disfrazan nuestra historia de resistencia. "LAS ACACIAS" deberíamos erigirla como el HIMNO DE LOS DESPLAZADOS EN COLOMBIA y entonarlo en las marchas populares.
Fernando(70558)13 de octubre de 2021 - 12:35 a. m.
De esta manera rescataríamos también las hermosas canciones que nos trae el comentarista "contrapunteo"
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