LAS RAZONES DADAS POR LA CASA Editorial El Tiempo, léase Planeta, en torno a la clausura de la revista Cambio no se las cree ni el más subdotado de los lectores.
Personalmente creo que es no solamente una vergüenza para el periodismo colombiano, sino un precedente gravísimo y de impredecibles repercusiones esta “cerrada” súbita y fuera de contexto de una de las pocas revistas independientes y serias con que contábamos los lectores nacionales. Queda Semana. Ojalá no sucumba ante este régimen, cada vez más facho, opusdeisiano, retrógrado y dictatorial.
La verdad monda y lironda, y no hay que ser un genio para saberlo, es que tanto María Elvira Samper como Rodrigo Pardo resultaban demasiado incómodos para los dueños del balón, léase El Tiempo con José Obdulio a la cabeza y el Grupo Planeta de ultraderecha y arrodillado a los caprichos del Ubérrimo y compañía, para lograr la fruta deseada: el tercer canal de televisión. Es una vergüenza que un país que hasta hace poco se ufanaba de sus libertades democráticas, entre ellas la más sagrada de todas como la libertad de expresión, se permita, ante la indiferencia general, capar, por decirlo de forma suave, a dos de sus periodistas más importantes. Importantes por su independencia de opinión, por su valor al destapar ollas podridas, por su integridad y profesionalidad en este oficio donde muchos son solamente sacamicas del gobierno de turno y no se atreven a tener una idea, y si la tienen jamás la escriben por pavor a que les muevan el asiento.
Cambio destapó los escándalos de Uribito y sus secuaces cuando ejercían en el Ministerio de Agricultura. Destapó las andanzas grotescas del hermano del Ministro del Interior. Destapó las componendas tras la entrega de bases colombianas a Norteamérica. Cada jueves el equipo periodístico armado de coraje y sin temores nos entregaba noticias que iban más allá de lo convencional y ayudaban a destapar entuertos y a estar alertas en este carrusel de corrupción y maniobras inconfesables en el que nos hemos acostumbrado a vivir.
Es mentira que “la verdad os hará libres”. Aquí en Colombia decir la verdad tiene un precio muy alto. Muchos periodistas mueren, otros callan o se exilian porque sus familias corren peligro. Otros se ven arrojados al asfalto porque de un momento a otro los intereses creados de sus propietarios son más poderosos que todo, y la ley del silencio o la alcahuetería se imponen por encima de cualquier opinión. La mordaza, en este caso Planetaria, ha sentado sus garras en nuestro país.
Me gustaría saber, simplemente por mera curiosidad, sin ánimo de polémica, sin pensamientos atravesados ni oscuras intenciones, me gustaría saber si periodistas de la talla de Daniel Samper, Roberto Pombo, Enrique Santos, que siempre se han considerado defensores a rajatabla de la libertad de expresión, se van a pronunciar ante este atropello, van a sentar su voz de protesta, o se van a quedar sentados en sus cubículos haciéndoles la reverencia a los nuevos dueños del poder. Me gustaría saber. No más. Para saber de una vez por todas quiénes somos, cuántos somos, en qué estamos y cuántos quedamos. Mera curiosidad. Ojalá Tomás Eloy Martínez todavía no se haya enterado de este atropello en su nueva dimensión. Se revolcaría del dolor.