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Mujeres, mujeres, mujeres

Aura Lucía Mera

16 de septiembre de 2025 - 12:05 a. m.

El Oiga, Mire, Lea, Festival Internacional de Literatura en Cali, cerró su ciclo. Un encuentro de cuatro días en la Biblioteca Departamental. Once años. Auditorios repletos. Literatura, música, ballet, teatro, arte contemporáneo. Escritores internacionales y nacionales. Un verdadero hormiguero pisado, deambulando entre salas, ávidos de escuchar experiencias, historias, de escudriñar la fragilidad o fortaleza del ser que escribe o denuncia.

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Mujeres de la talla de Lydia Cacho, Dolores Reyes, María Fernanda Ampuero, Florence Thomas, Piedad Bonnett y Brenda Navarro estremecieron los auditorios. Nadie salió indemne de sus testimonios, sus luchas, sus denuncias, arriesgando sus propias vidas para rescatar otras vidas. Denunciando feminicidios, violaciones, agresiones intrafamiliares, desapariciones forzadas, pornografía infantil…

Lydia Cacho, con sus investigaciones y denuncias que llevaron a la cárcel a ministros, abogados, militares, poderosos involucrados en ese espiral podrido del comercio humano. Sus testimonios salvajes retuercen las tripas, porque son el resultado de abrir llagas, de hurgar en lo más fétido y oscuro de la humanidad. Sacarlo a la luz para arrancarles las máscaras. Amenazada de muerte, torturada, secuestrada, violada, su casa en Cancún allanada. Actualmente exiliada en España. Experta en artes marciales, en criminología, sabe defenderse, pero es consciente del peligro que la acecha. Sin embargo, su mirada transparente y desafiante, y su determinación, hacen que nadie ni nada la detenga.

María Fernanda Ampuero, ecuatoriana. Víctima desde su infancia, en su propio hogar, por ser la “gordita que no encajaba” en ninguna parte. Su vocación de escritora y su valor “contra un mundo machista” la llevaron a escribir —sin caer jamás en el amarillismo— sobre los abusos del poder, la desmitificación de la familia “perfecta y sagrada”: “De hecho, la gente que mata, que viola, que destruye, salió de una casa, de un hogar, de una familia. No crecieron por generación espontánea. Quiero saber cómo son esas casas, cómo es el proceso de transformación de un monstruo hasta llegar a tirar cadáveres de mujeres en bolsas de basura o violar niños. Esos espacios donde la violencia es lo cotidiano”.

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“Todas las mujeres que conozco tienen historias de violencia sexual o física, salarios bajos, sensación de peligro en las calles. Una de cada cuatro mujeres en el mundo ha sufrido algún tipo de violencia sexual, sobreviviendo casi como zombis, víctimas de un machismo aceptado y generalizado”.

Dolores Reyes, argentina, autora de Cometierra y Miseria, libros en los que también denuncia violaciones y desapariciones. Calificada y perseguida por Milei, quien la ha catalogado como autora de libros degradados, degenerados, inmorales, y ha buscado prohibirlos. Dolores ha recibido amenazas, insultos, injurias. Le querían quitar a sus hijos (tiene siete): la acusaron de pedofilia. Cometierra y Miseria son dos libros imperdibles que le han costado sudor, lágrimas y terror.

Mujeres. Mujeres perseguidas, aguerridas, luchadoras por un mundo mejor y más equitativo. Mujeres siempre en la lucha, satanizadas desde el origen. La encarnación del mal, un cuerpo con un hueco para la reproducción, hechas para servir, cocinar, complacer al macho, con la prohibición de envejecer. Esclavas de sus propios cuerpos para poder seguir siendo objetos de deseo.

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Mujeres empoderadas, dueñas de sus cuerpos y sus mentes, ejemplo para las generaciones femeninas, lecciones para los hombres. Que no confundan su género con el machismo alfa, creyendo que la mujer es su propiedad privada y que aún tienen derecho de pernada. Nada más vejatorio que el marido violador, como tantos que existen y han existido.

Oiga, Mire, Lea, once años. Gracias, Fernando Tamayo, Catalina Villa, Juan Carlos Uribe, Jaime Bastos y todo el equipo que logra sacudirnos la mente. Para seguir guerreando y leyendo y viviendo, tratando de dejar un mundo mejor.

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