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Nada cambia

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Aura Lucía Mera
20 de octubre de 2020 - 03:00 a. m.
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“Aquí nos hallamos muy preocupados por la situación caótica del país; constantemente circulan rumores sobre la caída del Gobierno, la crisis económica, etc. Ciertamente todo el mundo está conmocionado y nuestra diaria existencia es una larga sucesión de amenazas de un género u otro.

¿Cómo conservar por lo menos una semblanza de equilibrio en medio de la zozobra universal? Es el gran interrogante para la humanidad entera.

En cuanto a los pueblos, en cierto modo no viven sino el destino que se merecen; las crisis pueden tener un sentido positivo si auspician el advenimiento de nuevos valores necesarios o indispensables para el bienestar colectivo; esperemos que en Colombia se produzca un fenómeno de reajuste social y político sin que haya necesidad de más sangre y destrucción...”.

Esta carta fue escrita en mayo de 1965. Su autor, un amigo muy cercano de mis padres quien se hallaba en el exterior.

La encontré revisando papeles y recuerdos. El nudo que sentí en el ombligo fue feroz. El túnel del tiempo. Y el tiempo no pasa. Todo sigue igual. 55 años... y podría perfectamente haberse escrito hoy. Desolación total. Impotencia. Caer en la cuenta de que aquí no solo NO cambia nada, sino que empeora todo.

Somos un pueblo que pareciera condenado al odio y al caos. Si hace 55 años hubiéramos manejado este país en forma diferente, cuántos miles y miles de muertos, cuántos ríos de sangre, cuántos millones de desplazados, cuánta miseria se hubiera evitado. Pero no fuimos capaces. Las pasiones políticas, las ambiciones de poder, la codicia, la corrupción de empresarios y dirigentes, la indiferencia social, el racismo y la repartija de cuotas burocráticas siguieron imperando, desbordando y arrasando el sentido común.

Más de medio siglo de convulsión y sigue el tsunami. Nos seguimos alimentando de carroña, los intereses individuales y políticos son más importantes que el bien común y la equidad social.

Seguimos siendo un país feudal, machista, politiquero. Las mingas indígenas seguirán marchando como lo han hecho desde siempre, y jamás les cumplirán lo prometido. Las negritudes seguirán aisladas y abandonadas a su miseria. Seguirán los asesinatos, el narcotráfico, el lavado de activos.

En vez de ciudadanos normales, pertenecemos a una raza de perros con peste de rabia que solo sabemos repartir tarascadas.

El proceso de paz, el Acuerdo, la JEP, la Comisión de la Verdad, la entrega de armas de las antiguas Farc parecen abrir una luz de esperanza, ya nuevamente amenazada. Un titular de prensa lo escribe claramente. “Cargado de tigre: Álvaro Uribe vuelve al ruedo”. Sí, otro animal enfurecido repartiendo dentelladas. Uno más. Cuántos no ha habido. Cuántos vendrán...

Antes eran los laureanos, los valencia, los rojas pinilla... Ahora son los roys, los benedetti, los uribe, los char, los ñeñes, los ñoños, los caciques y los caciquitos. Todos, reyezuelos que serán reemplazados por otros. El común denominador será el mismo, porque las premisas no cambian.

Cuando todos estemos bajo tierra llegarán más perros ávidos de sangre. Aquí no cambia nada. Me niego a participar del remolino. ¡Seguiré con mis granitos de arena, buscando mi paz interior!

Posdata. Ojalá el Día de los Muertos demos un paseo por los cementerios. ¡De ellos sí tenemos mucho que aprender!

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Atenas(06773)20 de octubre de 2020 - 11:55 p. m.
Lástima por esta señora y su desesperanzada familia q' con tristeza, tal vez oculta, ve cómo desvaría y alucina, y profiere sanguinolento verbo. Y en los estertores de su lucidez ya marchita, cuán lamentable es confirmar q' entra en la etapa de la agresividad y de compulsivo estilo botafuegos.
Hernan(hf9h0)20 de octubre de 2020 - 10:03 p. m.
Precisamente artículos como este es que se promueve el ódio, la violencia, la desesperanza, porque no gastar el tiempo en proponer, construir, solucionar? solo atacar y ver esperanza en una paz a la que Colombia dijo "así no" propongan como acabar con la corrupción no hacer creer que son Robin Hood, los recursos son finitos y los ricos a quien quitárselos son pocos, innoven, progresen, piensen!
Juan(45015)20 de octubre de 2020 - 08:54 p. m.
esa es la triste realidad de este narco-estado colombia no ha tenido lideres, estadistas que gobiernen solo servidores del narcotrafico y la corrupcion y el congreso es un santuario de la corrupcion una verguenza para cualquier pais que tal el char y otra verguenza el ministro de defensa el holmes ha pasado por todos los cargos posibles solo por su apellido porque de gestion nada que ver
Libardo(10892)20 de octubre de 2020 - 07:41 p. m.
Hagamos bien la tarea en nuestras posiciones y por insignificantes que parezcan,devolvamos los vueltos mal dados,tendamos la mano,pidamos el favor y demos las gracias,miremos a los ojos a nuestros interlocutores. Vale. El otro, no es más que uno mismo con diferente rostro.Cambiemos algo en nuestro entorno con la esperanza de su multiplicación. Dialoguemos,apuntemos a soluciones. Ayúdenme por favor
Mario(24215)20 de octubre de 2020 - 07:27 p. m.
Coincido con usted, lo ùnico que nos queda es la bùsqueda de paz interior, pero me temo que pronto el cerebro iluminado de Àlvaro Uribe se idearà la manera de evitar esa bùsqueda fomentando el odio entre Colombianos.
  • Hernan(hf9h0)20 de octubre de 2020 - 10:11 p. m.
    No sé la edad de los comentaristas, yo crecí en la Colombia de los 70´s estudié en los 80´s y comencé a trabajar en los 90´s mis noticias eran muertes, destrucción, explosiones, secuestros, narcotráfico. Porque dicen que es solo ahora que existe todo esto? lean! Gústeles o no, el único periodo que pensamos habría esperanza fue cuando estaba Uribe, pude conocer algo de esta Colombia maravillosa!
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