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Nada

Aura Lucía Mera
30 de enero de 2012 - 11:00 p. m.

"Nada importa... Hace mucho que lo sé. Así que no merece la pena hacer nada. Eso acabo de descubrirlo".

El niño ya casi adolescente, el primer día de clase, se levanta y pronuncia con claridad y convicción estas palabras. Luego coge su mochila y sale del salón. Camina y se trepa a un árbol de ciruelo, y desde la rama más alta se dedica a comer ciruelas y lanzarles las pepas a sus amigos. No hay poder humano que le haga cambiar de parecer.

Sus “mompas” deciden convencerlo de que la vida sí tiene significado y se dedican a armar una pirámide con sus objetos más queridos, “La pira del significado”. La meta es que se vuelva a integrar a la vida y deje las ramas, donde está decidido a quedarse siempre.

Estas líneas son, palabras más, palabras menos, el comienzo del libro Nada, de la danesa Janne Teller. Ni ella misma se imaginó jamás que el libro, originalmente ideado para jóvenes, iba a tener tanta fuerza propia, independiente de su creadora, y removería los cimientos morales de Dinamarca, Francia y otros países, hasta el extremo de prohibir su venta. Las vestiduras se rasgaron. Opiniones de toda índole recorrían fronteras. Algunos profesores y padres de familia afirmaban que era una invitación al suicidio.

Años después de estar en la lista de lo prohibido, como en los tiempos del “Índice” católico, Nada ganó un premio y explotó el boom. Actualmente está traducido a más de 14 idiomas. Incluso se recomienda su lectura y análisis.

El Hay Festival en Cartagena invitó a Janne Teller, su autora. Una mujer joven, frágil, elegante, de piernas larguísimas; habla con voz tranquila de cuando oyó una voz interior que le susurraba al alma “Nada importa... Hace mucho que lo sé...” Janne siente que debe escribir. Visualiza al niño pecoso y vivo trepado en las ramas del ciruelo tirando pepas a sus compañeros. Y así empieza una de las novelas cortas más impactantes de la literatura actual. El libro agarra por sí mismo una fuerza vertiginosa, casi infernal, donde el deseo de los amigos de armar la pira con lo más significativo, toma giros horrendos e insospechados.

Tal vez Nada es la decantación de Janne Teller, de todos esos años cuando siendo funcionaria de la ONU tuvo que ser testigo presencial de los horrores más vergonzosos y vivir la crueldad del hombre con el hombre en sus viajes a África. Tal vez es un intento de demostrar hasta dónde puede llevar la inocencia cruel y salvaje de los niños. Hasta dónde la lealtad prima sobre cualquier principio. Hasta dónde tiene razón el jovencito pecoso sentado en la rama más alta del ciruelo, sosteniendo que Nada importa... Así que no merece la pena hacer nada.

Que es mejor vivir el presente, dejando al margen “significados” trascendentales y fundirse con el universo y la nada...

Personalmente quedé hipnotizada. Es entender que los fanatismos aparentemente inocentes son los que nos llevan a la total destrucción. Un libro duro escrito como mandato interior por una mujer frágil, elegante y suave. Un libro que marca al lector. El verdadero valor de la Nada.

P. D. Llevamos siete años de malas preguntas en el Hay Festival. Los mejores conversatorios se los “tiran” la prepotencia ignorante del colombiano que, en vez de preguntar, quiere descrestar al público con su sabiduría o su agresividad. A ver si el próximo año las prohíben. Prohibido preguntar.

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