No. No lo entiendo. Por qué, de buenas a primeras, a un político condenado, incluso trasladado a otro penal por haberse puesto de ruana donde lo tenían encerrado, de pronto un juez le otorga un permiso de 72 horas, sin guardias que lo vigilen, para que haga, viaje y se reúna con quien le dé la gana.
No entiendo por qué coincide el permiso con el inicio de la puja electoral, que en el Valle se sabe que es la más corrupta y cuestionada de todos los departamentos. No entiendo por qué, si desde hace meses se ha demostrado que el departamento fue arrasado por el exgobernador Abadía —destituido gracias a Dios—, ahijado y protegido del exsenador Martínez, éste es el personaje en cuestión que estuvo 72 horas haciendo política en casi todos los municipios del Valle. Recomponiendo sus fichas, exigiendo y moviendo su peculiar ajedrez.
No tengo ni idea si la justicia obró en justicia. Lo único que sé es que esto no tiene ninguna presentación. El Valle del Cauca merece más respeto. Pero nadie dice nada. Todo el mundo pasa de agache. Pareciera que al resto de Colombia le importara un pito la suerte del Valle. Los estratos judiciales capitalinos no les dan ninguna importancia a ciertas decisiones que atañen a este departamento saqueado, deprimido, olvidado y manoseado.
También puede ser cierto que nosotros, los del Valle de lágrimas, nos merecemos la suerte. Nos hemos dedicado a elegir ineptos desde hace muchos años. No tenemos liderazgo. No somos solidarios, no tenemos sentido regional, ni cívico, ni visión alguna, fuera de la que a cada cual le conviene. Somos un conjunto de microcosmos, pertenecientes a la sagrada orden del bramadero. Lo que verdaderamente importa es cuánta leche de la vaca propia producimos, o qué vaca podemos ordeñar sin que el dueño se entere. Llevamos años sin carretera digna a Buenaventura. Años con municipios sin agua potable. Años con trochas en vez de carreteras decentes. No hemos podido ni terminar la doble calzada que lleva al Eje Cafetero. No tenemos ningún líder de verdad, como aquellos que alguna vez hicieron brillar el Valle con luz propia.
El abanico para la Gobernación del Valle no lo conoce nadie. Saca la cara un poco Ubéimar Delgado por el Partido Conservador, sin que se haya probado jamás su liderazgo, conocimiento y capacidad de dirigir un departamento tan complejo y desarticulado. Los demás aparecen como sacados de la manga del mago... Y por lo que se intuye, los magos que los sacan tampoco son muy de fiar.
Por eso envío este articulo a un diario nacional. Para que se entere Colombia de en qué andamos los vallecaucanos, permitiendo de nuevo que un exsenador ya condenado venga y reparta de nuevo los puestos. Y que nadie respingue ni diga nada. Mientras en Medellín, en Atlántico, en Bolívar, en Cundinamarca, en los Santanderes suenan cascabeles con líderes en el sonajero, por acá estamos, una vez más, sin brújula. Si no fuera por ese mar verde de caña, esos atardeceres cuando el sol se va escondiendo en los farallones, esos piedemontes alucinantemente bellos, esta fertilidad, esta flora, este valle único en posibilidades perdería su sentido.
Todavía podemos recapacitar. Somos oriundos de una región que podría ser la estrella más brillante de Colombia. ¿Por qué la estamos dejando destruir? No, no lo entiendo. Y creo que las explicaciones también sobran, porque se conocen, pero nadie las cuestiona ni propone nada mejor.