Nada que ver con el santo patriarca, salvador de la humanidad, con su arca, su paloma y su bondad.
La película, con razón controvertida, nos lo muestra como un fundamentalista despiadado, sin corazón, cuya misión era extinguir la raza humana, y con ella la maldad, y devolver el Paraíso perdido a los animales y las plantas. Nada de adanes ni evas, engendros del mal. Por eso metió en su arca a la nuera estéril y sus tres hijos. Nada de hijos. Sem, Can y Jafet estaban destinados a morir sin descendencia, y con la desaparición del viejo y su abnegada mujer, el planeta se salvaría de la maldad y la pena.
Pero Matusalén le devolvió la fertilidad a la nuera y un hijo de Caín logró colarse en el arca. Noé trató de asesinar a las mellizas recién nacidas, pero por primera vez en su vida un brote de amor le impidió hacerlo. Total, la raza humana, inhumana y demente, se vuelve a apoderar de ese paraíso y lo vuelve a destruir.
Traigo la película a colación al ver las noticias que inundan de sangre el universo. El genocidio perpetrado por Israel a los palestinos, con el absurdo argumento de “defensa”. El avión de Malaysia Airlines, derribado a sangre fría en pleno vuelo, se supone que “por error” de los rusos. Irak, que sigue desangrándose, resultado de una guerra contra “el eje del mal”, una guerra inventada por Bush, quien sigue orondo en su rancho de Texas, inmune a todo, con la complicidad de Blair y Aznar.
Las matanzas en África. Los desmembrados en México y Buenaventura. Las atrocidades en Afganistán. El odio del hombre contra el hombre, desenfrenado, desbocado. El hambre de dinero, la avaricia, la ambición del poder.
El calentamiento global, fruto de la obsesión por el becerro de oro. No importa si el planeta se acaba, si los glaciares se derriten, si los campos se secan, si todo se acaba. La muerte se convirtió en noticias de televisión y periódicos. Todos miramos cómo nos estamos matando y seguimos tan campantes.
¿Los organismos internacionales no sirven para nada? Son el decorado de una manada de burócratas emasculados, incapaces de tomar ninguna decisión. Ninguno se atreve de medírsele a Putin ni al gobierno israelí... Terror de pararles el macho. Al fin y al cabo los muertos son malasios o palestinos... Ellos no cuentan.
Estamos al borde de otra guerra: pero esta vez no habrá campos de batalla, solamente botones, misiles, armas atómicas. Muerte y sólo muerte.
Sequías. Hambrunas. Hombres, mujeres y niños condenados al sufrimiento y al éxodo, sólo por el hecho de haber nacido... Nacido sin ningún derecho.
Pienso en Noé. Ha debido acuchillar la nuera, embarazada y todo. Habría extinguido de una vez por todas la raza humana y el planeta hubiera sido de nuevo ese paraíso que se perdió para siempre, cuando el Creador, en un acto demencial, creó al hombre, y con él, la maldad y la pena.
P.d. Estoy en San Francisco. La marihuana se huele en todas las esquinas. Las plantaciones son legales, la gente se ve contenta. Viven legalmente mientras nosotros en Colombia seguimos poniendo los muertos y abarrotando las cárceles.
Hasta cuándo vamos a seguir siendo los idiotas útiles de EE.UU.
