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Nubes, heces y un lago seco

Aura Lucía Mera
07 de noviembre de 2023 - 02:05 a. m.

“El hombre es la especie más insensata. Venera a un Dios invisible y masacra una naturaleza visible, sin saber que esta naturaleza que él masacra es ese Dios invisible que él venera”. Hubert Reeves.

Gracias a una cirugía de encías he tenido la oportunidad de ver los seis capítulos de Conexiones en Netflix durante mi reposo. Esta serie, dirigida por Latif Nasser, investigador científico doctorado en Harvard, nos muestra cómo todos los seres humanos, animales, la naturaleza y los planetas estamos conectados desde el comienzo de la Tierra y seguiremos así hasta la extinción total.

Todos somos uno y uno somos todos, por más individuales que pretendamos ser. Esta serie es alucinante y aterradora. No se trata de ciencia ficción sino de pequeños y muchas veces ignorados sucesos que están relacionados entre sí y que logran el milagro de que existamos. Latif Nasser se sumerge en esta búsqueda. Realiza reportajes, viaja a rincones remotos y nos lleva de la mano para recordarnos cómo estamos unidos por el cordón umbilical del cosmos y dependemos de ese polvo cósmico para existir.

Un desierto en el centro de África que fue hace millones de años un lago, peces y algas azules ya convertidos en polvo seco, vientos huracanados que los llevan hasta la selva amazónica y sirven de fertilizante para su existencia; sin ese desierto desolado no tendríamos este pulmón verde que es la vida misma. Las muestras de heces recogidas en el Támesis comprueban que después del brexit los londinenses consumen más cocaína los domingos que entre semana. Las excreciones de la ballena flotan y sirven de alimento para las aves migratorias que cruzan el Atlántico. El polvo del desierto puede frenar el ímpetu de los huracanes. Los nutrientes de las algas azules que se quedan flotando en el mar los absorben las nubes para dejarlos caer en gotas y alimentar cardúmenes. La primera bomba atómica dejó rastros de elementos encontrados en la Luna. El vuelo temprano de un pájaro puede predecir cuándo se acercan las tormentas. Y así sucesivamente. Vivimos en un eterno proceso de reciclaje y somos parte de él. Como afirmó Hubert Reeves: “Tenemos que tener la mente en las estrellas y los pies en la Tierra para comprender quiénes somos”.

Pienso en este momento en que vivimos, odiándonos más que nunca, matándonos, asesinando niños, fabricando armas para “defender creencias y territorios”, extinguiéndonos y extinguiendo todo lo que nos rodea, nos alimenta y nos protege. Esa violencia del humano. En vez de estar unidos, compartir el milagro de existir un instante en este planeta, nos dedicamos a acumular poder, a vernos como enemigos, a masacrarnos, como si fuéramos la especie única y eterna. Caminamos por un cementerio de millones de años, sin entender nada. Estamos vivos un instante, habitantes de ese cementerio que ahora transitamos, hasta convertirnos en un grano de arena que agarra el viento huracanado y nos convierte en alimento de otra especie, y nuestros excrementos se vuelven fertilizantes de esta tierra que queremos a toda costa extinguir. Somos la parte oscura de este reciclaje cósmico. Qué tragedia tan triste y tan real.

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leunamuno(9808)08 de noviembre de 2023 - 11:45 a. m.
Quienes vivimos hoy, si no somos diferentes a los de ayer, no tendremos mañana. Gracias.
Ricardo(52183)08 de noviembre de 2023 - 02:28 a. m.
Y la derecha recalcitrante ahi
  • leunamuno(9808)08 de noviembre de 2023 - 11:47 a. m.
    ¿Podría decirme por qué? Se lo agradecería.
orlando(4817)08 de noviembre de 2023 - 02:23 a. m.
Y nos autodenominamos Homo Sapiens...
william(75140)08 de noviembre de 2023 - 02:04 a. m.
Excelente reflexión
Pablo(26826)08 de noviembre de 2023 - 01:43 a. m.
Excelente columna Doña Aura
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