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Pedófilo vs. pedosexual

Aura Lucía Mera

16 de noviembre de 2021 - 12:30 a. m.

Imperdible la película Gracias a Dios, dirigida por François Ozon en 2019, sobre la pederastia de la Iglesia católica en Francia. Una obra sobria, casi documental, que cuenta cómo Alexandre, ya adulto, católico practicante, ejecutivo y padre de cinco hijos, descubre casi por casualidad que el sacerdote Bernard Preynat, quien había abusado de él cuando era niño, sigue en sus funciones, interactuando con menores de edad en los campamentos de scouts de la parroquia en Lyon.

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Lo encuentra y lo confronta. Preynat no niega nada. Se defiende diciendo que él no es pedófilo, que significa “atracción por los menores”. Alexandre lo tilda de pedosexual. El cura lo admite. Abusaba tocando y acariciando o masturbándose con niños: “Uno o dos los sábados y cuatro o cinco cuando íbamos a campamento”.

Esta película narra cómo François Devaux, Alexandre Hezez y Pierre-Emmanuel Germain-Thil —aunque aparecen con otros nombres, ya que oficialmente se trata de una obra de ficción— empiezan a contactarse con más adultos de su generación y se funda La Parole Libérée (La Palabra Liberada), organización que logra reunir los testimonios de quienes sufrieron abusos sexuales cuando niños.

“Fui tocado al menos 15 veces en mis genitales por el párroco”.

“Me tocaba como un salvaje y se restregaba contra mi cuerpo. Yo tenía ocho años”.

“Metía su mano entre mis shorts y acariciaba mi pene. En varias ocasiones me obligó a desnudarme. Me destrozó la vida. Intenté suicidarme”.

Y así esta película nos comparte ese dolor y esos gritos reprimidos del alma, esos silencios trágicos guardados por tanto tiempo. Película que trató de prohibir la Iglesia, que tuvo que ser filmada con otro título y a escondidas, pero que destapó al final todos los horrores de los pedófilos ensotanados franceses. Más de 300.000 niños, desde 1950 hasta 2020.

Logra desenmascarar a Philippe Barbarin, cardenal y arzobispo emérito de Lyon, quien alcahueteó a Preynat durante años y dilataba las acusaciones sin darles importancia a estos abusos sistemáticos. Famoso por su lapsus linguae en una rueda de prensa cuando afirmó: “Gracias a Dios, la mayoría de los hechos están prescritos”. Hasta que el papa Francisco llegó al fondo de estos horrores y afirmó que miembros del clero parecen haberse convertido en “herramientas de Satanás”.

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El Vaticano venderá sus propiedades en Francia para resarcir a todas las familias. La justicia condenó a cárcel a Preynat y a Barbarin.

Este escándalo da para reflexionar sobre el poder de los clérigos y su relación tan desigual con los menores de edad, sobre el celibato en la Iglesia católica. Y para preguntarnos por qué en Colombia jamás se ha hecho una investigación seria, exhaustiva, objetiva y real sobre los abusos de sacerdotes, párrocos, obispos y sacristanes a los menores de edad, no solo en los colegios de las grandes capitales, sino en municipios y veredas. El manto tenebroso del silencio negro todavía nos impide hablar. ¿Quién le va a poner el cascabel a este gato del mal?

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En nombre de Dios, gracias por abrirnos los ojos a esta atroz realidad. Estoy segura de que por lo menos cuatro amigos de mi generación fueron abusados y violentados sexualmente, y nadie nunca denunció.

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