Pepe Grillo

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Aura Lucía Mera
01 de mayo de 2018 - 04:30 a. m.
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Aprovecho la Feria del Libro para recordar mis libros preferidos de infancia, antes de Emilio Salgari, Edmundo de Amicis, Mark Twain, Louisa May Alcott... Mucho antes. La época de los infantiles-infantiles, a propósito, todos llegados de Argentina. Argentina nos enseñó a leer. Nos trajo esa alegría de leer y catapultó nuestras mentes a mundos imaginarios, personajes increíbles que se convirtieron en nuestros mejores amigos, más que los reales, porque en esa primera infancia muchas veces los amigos impresos son más confiables que los “reales”. No pelean; siempre están ahí.

Recuerdo a Pinocho y esa nariz de madera que le crecía cuando decía mentiras. Confieso que me tocaba la nariz con disimulo cuando no decía la verdad de haberle robado El Peneca a mi hermana mayor, o no haberme tragado toda la sopa, o, todavía peor, cuando arrastraba a mi hermana menor del pelo o le ponía una zancadilla para que se cayera al piso.

Pero el personaje de Pinocho que más me marcó fue Pepe Grillo. Ese animalito verde que siempre nos molestaba por dentro cuando sabíamos que íbamos a hacer algo “malo”. Esa voz de la conciencia, como se dice ahora, y que jamás desaparece, así estemos llegando a la quinta edad.

No la podemos ver. Es intangible. Susurra. Incomoda. Tratamos de callarla, pero persiste. Muchísimas veces la ignoramos y disimulamos esa sensación rara que se nos queda pegada como un timbre. Luego llegan el arrepentimiento, la culpa o la rabia por haber actuado en contravía de Pepe Grillo. Él siempre tiene la razón, querámoslo reconocer o no.

Saco a Pepe Grillo a colación porque se acercan las elecciones más erráticas y manipuladas. Siento los aleteos de Pepe Grillo, los que me repiten una y otra vez que debo votar a conciencia, sin dejarme aterrorizar ni manipular por las encuestas perversas. Persistir en escoger el que, para mí, sea el hombre más idóneo para dirigir este país, así no “despegue”. No votar por el “mal menor” o “el menos peor”.

Los candidatos que “puntean” están prefabricados, mienten, adoptan lenguaje y posturas que no les son propios, lanzan frases al aire que atemorizan y azuzan, se aprovechan de las encuestas para crear un clima de confusión y temor, o populismo emocional y resentido, que nos llevará al abismo, sea cual sea el ganador.

Votaré por el que, en mi conciencia, sea el mejor. Seguiré la voz de Pepe Grillo. No me importa si pasa a segunda vuelta o no. Jamás me arrepentiré de haber puesto mi voto de confianza en él. Podré dormir con mi conciencia tranquila y sentir mi interior en paz, así el país se vuelva a desangrar alcahueteado por los votos del miedo, de la comodidad o del revanchismo de un pueblo que se está tragando mentiras gigantescas sin darse cuenta. Caudillos de pacotilla. Ambos. Duque y Petro. Los dos extremos de una misma pita. En el fondo iguales.

Invito a votar conscientemente. Sin dejarse arrastrar por el tsunami de las encuestas. No vendamos el voto. No nos acomodemos al “ganador” de las encuestas. La mayoría de los colombianos queremos un país diferente; sin títeres ni titiriteros. Sin amenazas populistas irrealizables, pero que dan votos.

Seguiré a Pepe Grillo hasta el final. No mancharé mis convicciones. ¡Invito a todos a seguir su voz interior!

Posdata: jóvenes de Colombia, aunque estén en la edad de tirar piedras y rebelarse —yo también lo hice—, sigan y escuchen a Pepe Grillo. Las piedras y el populismo barato no sirven para propiciar un cambio real. No se dejen embolatar. La rabia no es buena consejera. No vendan su voto a la emoción. Reflexionen. Ya tienen edad... ¡y conciencia!

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