Hace poco asistí a una misa de funeral. Generalmente me dan pánico, porque los curas suelen predicar en abstracto y complican todo. Muchas veces tienen que agacharse o ponerse las gafas para poder leer en un papelito el nombre de la persona a la que despedimos. Esta ceremonia fue diferente. Con una voz grave y profunda, el sacerdote nos llevó a una reflexión de fondo: “Si de lo único que tenemos certeza en esta vida es la muerte, ¿por qué nunca hablamos sobre ella?”.
Jamás en el entorno familiar o con amigos abordamos el tema. Es tabú, como si estuviera maldito o no existiera. Vamos compungidos a los entierros “del otro” y...

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