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Perdonar lo imperdonable

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Aura Lucía Mera
22 de diciembre de 2015 - 02:52 a. m.
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Inicié el libro a las siete de la noche. Lo compré a regañadientes, ante la insistencia de una de mis hijas. Tengo una fila de libros por leer, y este se me atravesaba en el camino. A las dos de la mañana apagué la luz por disciplina... ¡Ya me lo había devorado casi entero!

 

Claudia Palacios logra meternos emocionalmente en este conflicto que lleva más de medio siglo y que ha desangrado nuestro territorio, entrevistando, escuchando en silencio, preguntando apenas lo indispensable, no solamente a los civiles que han visto violar, asesinar, desaparecer sus seres queridos sino a los que muchas veces forzados por las circunstancias tuvieron que alistarse y combatir como victimarios, de cualquiera de los bandos ilegales Farc, Auc, Eln...; así como a sobrevivientes y familiares de soldados y policías caídos en esta lucha sin sentido, a empresarios secuestrados, a políticos y expresidentes...

Son las diferentes voces de un solo conflicto, a mi juicio siempre orquestado por los dirigentes políticos, cualquiera sea su partido o denominación, y por la clase “alta” o empresarial que ha permanecido indiferente, porque mientras no le toquen sus bolsillos, sus posesiones, su poder económico y la sangre solamente le salpiqué en la televisión o en titulares de periódicos, pues la guerra no es de ellos...

Qué diferencia, sin entrar juzgar, entre los testimonios de las víctimas y los victimarios que han derramado su propia sangre, han vivido en carne propia esta tragedia, y los que participan sentados desde sus escritorios, ya sea como exmandatarios o como cacaos... El Pueblo, con mayúscula, o sea la mayoría de los colombianos, ya iniciaron la paz. No quieren más sangre. No quieren que sus hijos continúen viviendo este calvario.

Comparto lo que afirma Claudia: “En esta guerra polarizada, todos tienen razón... Por eso es que a las partes enfrentadas les cuesta ver el bosque de la historia, y sólo ven el árbol de la coyuntura, por demás afilada y vuelta a afilar por los medios de comunicación...”

Como dice Leonel Narváez, sacerdote, psicólogo y filósofo, “El perdón es una decisión íntima de aseo personal que transforma la memoria coagulada del pasado por una memoria en movimiento hacia el futuro... El perdón es ante todo un regalo de la víctima hacia ella misma...”.

Y continúa, “Hay personas muy estudiadas cuyo cerebro emocional es cavernícola; son analfabetas emocionales. Hay personas muy humildes, sin capital académico, que tienen mucha sabiduría emocional... La rabia y el rencor se han convertido en una epidemia pública”.

Perdonar lo imperdonable debería ser el libro por excelencia para todos los colombianos en esta Navidad... Jóvenes, universitarios, empresarios, godos, liberales, ejecutivos, trabajadores, mujeres... Se deberían realizar foros a su alrededor, compartirlo en familia...

Gracias Claudia Palacios. Perdonar lo imperdonable es el mejor regalo. Logras abrir nuestras mentes y corazones al dolor y a la necesidad del perdón. Logras lo que hasta ahora nadie a logrado poner sobre la mesa: que todos, a su manera, tienen la razón, y que en las manos de cada uno de nosotros está el construir un país diferente y mejor.

¡Felices Fiestas! La paz no es por decreto. ¡Sale del corazón!

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