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La pandemia fue un aperitivo. La verdadera pandemia de Colombia se llama peste de rabia. Basta ver los debates de los candidatos a presidente del país de la ira. Pocas ideas, muchos insultos, descalificaciones, mentiras y señalamientos. Patético. Igual en Twitter. Sigo a varios y los comentarios son bochornosos. Cualquier opinión diferente merece el adjetivo más bajo y desfasado.
Si las redes sociales tuvieran el poder de abofetear, herir, incluso matar, muchos habríamos desaparecido del mapa e ingresado en una fosa común en la nube sin que nos encontraran jamás. Qué violencia verbal. Qué falta de programas serios de gobierno. Qué cantidad de mentiras.
Corren en esta contienda ríos de bilis; ya por los ríos, además de bajar sangre, bajan líquidos viscosos y amarillentos. No se permite pensar diferente. El uribista fundamentalista odia visceralmente y no perdona a los que no comulgan con el Ubérrimo y su títere. Para ellos, el mesías prometido era un pobre aficionado con ideas no muy recomendables, y aunque van a misa de rosario en mano y ponen los ojos en blanco cuando se alza la hostia, parecieran tener veneno en el alma. No sé qué pensarán de Jesucristo cuando se refería al perdón, al “amaos los unos a los otros”, a la igualdad. ¿Era acaso un populista? ¿Por eso le escupieron y lo crucificaron? ¿No han entendido cuál fue su doctrina? La soberbia de “los buenos” es la más peligrosa. Hay que leer bien los Evangelios.
Los buenos y los malos. Los que quieren la paz y los que quieren hacer trizas la paz. Los que permiten un fraude olímpico y los que se atreven a protestar. Los que odian a Francia y quieren acercarse a la que vivió en Francia. Los que alaban a Fico porque se parece más a los buenos y tildan de fracasado a Fajardo. Los que aplauden al macho machote santandereano y su peluquín, pero no le perdonan a otro candidato el usar zapatos Ferragamo y dormir en un buen hotel. Los buenos que predican que quienes no piensan como ellos tienen que ser pobres, zarrapastrosos y malolientes. Los pobres son de izquierda y huelen a pobre. Los de ultraderecha son ricos y huelen rico. Los de centro son huevones y tibios, pueden ser peligrosos.
En medio de esta peste de rabia demente, ¿dónde está Colombia? ¿Dónde están las propuestas y los programas? ¿Qué se hicieron las ideas? ¿Estaremos in aeternum condenados a odiarnos? ¿Se esfumó para siempre la dignidad? ¿No somos conscientes de la profunda y abismal desigualdad social?
Rescato la unión de la Coalición de la Esperanza en torno a su candidato triunfador en la consulta. Rodearán y apoyarán a Sergio Fajardo en su campaña electoral. Sin resentimientos. Unidos como una piña. Como lo prometieron. Alejandro Gaviria, Robledo, Galán, Amaya, ejemplo para seguir y destacar. Un equipo coherente y comprometido con la paz.
P. D. Votaré por el candidato que esté totalmente comprometido con la paz. Lo tengo muy claro. Colombia es un país privilegiado, con un potencial infinito, una situación geográfica estratégica, recursos naturales, diversidad, en fin. Si logramos dejar de odiarnos y vivir en paz, conociéndonos, respetándonos, valorándonos, lograremos un país viable y próspero. La otra opción es seguir despedazándonos a dentelladas y no quejarnos después.
