Antiguamente los piratas eran una leyenda terrorífica y fascinante. Se decía que tenían un parche en el ojo porque lo habían perdido en alguna batalla, o una pata de palo, o una mano que, en vez de dedos, tenía un garfio. Recuerdo la canción: “Soy pirata y navego en los mares, y no tengo más leyes que Dios”.
¡Leyendas! Cuántas novelas infantiles, relatos históricos. Todavía en Colombia son famosas la cueva del Pirata Morgan y la del Sabio Caldas… (que no era pirata, pero tenía cueva). Peter Pan y sus combates feroces con el capitán Garfio. Piratas famosos: ingleses, portugueses, holandeses, españoles, que fueron indispensables en la formación de países, colonias… victorias y derrotas. Ser pirata era algo serio… para cosas serias. Sir Walter Raleigh llevó el tabaco de América a Europa.
Ahora la piratería se perrateó. Se prostituyó. Y se multiplicó en una gran metástasis podrida de fraudes y estafas, hasta salirse de madre. No hay quimio para esta sinvergüencería.
Clínicas estéticas piratas que matan a sus pacientes o los deforman; centros de rehabilitación de adictos piratas que atentan física y psicológicamente con maltratos y humillaciones; clínicas psiquiátricas piratas que acaban con sus pacientes, convirtiéndolos en robots y creando dependencia mientras se forran los bolsillos; centros de “conversión de género”, donde suceden aberraciones inenarrables; cuchitriles antihigiénicos para practicar abortos clandestinos.
Funcionarios públicos pirateando y sisando plata a lo desgaletado; diplomáticos piratas y corruptos…
La lista es infinita. Además, hay piratería de todos los precios para todas las clases sociales. Conozco centros de recuperación para adicciones, de estrato mil, que cuestan millones, sin profesionales ni equipo terapéutico preparado. Ofrecen saunas y yoga. Centros de meditación cuántica, donde los incautos que caen en sus garras se ven privados de la luz del sol durante una semana, vendados, en silencio, guiados por voces y músicas extrañas. Varios se han suicidado al salir.
Es aberrante la piratería. Existe en todo: ropa, alimentación, educación, deporte. Sin autoridades competentes, que o no existen o están escondidas para no hurgar y meter el dedo en estos temas. Se llevarían sorpresas dolorosas que quedan siempre en la impunidad. A lo sumo, copan titulares de algún medio por un día y pare de contar.
Cada vez más, y lo digo con profunda tristeza, nos estamos convirtiendo en piratas o alcahuetes… mentirosos, vendidos, sin ética ni valores, frívolos, robots de nosotros mismos, sin importarnos un pepino nada de nada.
¿Jamás tocaremos fondo? ¿Cuándo volveremos a recobrar la brújula? ¿Se nos evaporaron las metas? ¿Se nos anestesió la conciencia? ¿Qué pasó con la ética, la honestidad y las convicciones?
Piratear es el verbo de moda. Y el que piratea mejor es el más admirado. Se acerca Halloween… Los invito a comprarnos todos un parche para el ojo, así no veremos más que la mitad de lo que sucede y tendremos menos remordimientos… si es que todavía existe este sentimiento. ¡Qué dolor!