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Pobre niño

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Aura Lucía Mera
28 de mayo de 2012 - 11:00 p. m.
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Tan lindo. Tan rosadito. Siempre sonriente. Con los bracitos extendidos y una capita rosa que lo cubre. Niño tierno. Niño que ahora está pagando escondite a peso, y aterrorizado de que se lo secuestren. Ni siquiera Él, tan lindo y tan sonriente, está a salvo de la codicia y glotonería monetaria de este mundo.

Con razón se fue a reinar al otro, y desde Allá nos cuida... Pero quién sabe si desaparezca del todo, porque no quiere, eso sí no, terminar enclaustrado, rodeado de unos hombres que casi no se bañan, que huelen a pie combinado con queso gruyere, y que, eso no, y para qué negarlo, les gustan los niños. Más si son rosaditos y con los bracitos abiertos. ¡Como queriendo abrazar a todo el mundo!

Sí, el Divino Niño está en peligro inminente de ser raptado. Los padres salesianos, tan devotos ellos, tan camanduleros, tan practicantes de los votos de pobreza, castidad y obediencia, se lo quieren comprar. Andan diciendo a los cuatro vientos, que “la marca” del Niño es de ellos. Y de nadie más. Que el Divino Niño no puede seguir siendo manoseado por todo el mundo, ni ser propiedad de nadie, porque pertenece a su sagrada orden. La única que puede manosearlo, ponerle precio y venderlo.

Pobre Niño. Tan rosadito él, tan bueno. Tan sonriente. Qué ha hecho fuera de hacer el bien, para merecer este horrible final. Está a punto de convertirse en marca. Así como Colombia es pasión, el Divino Niño es salesiano. Ahora lo quitarán de su iglesia y lo esconderán en el claustro. Recogerán todas sus réplicas, allanarán las casas de los millones de fieles, y lo rastrearán en todos los barrios, los bajos, los medios, las ollas y los estratos altos de los cerros. Porque los salesianos, en su inmensa generosidad, han dejado de percibir millones de trillones mientras se daban cuenta de que el Divino les pertenecía. Y eso es mucho dinero perdido. Ni la caleta en la selva. El Divino Niño produce más que cualquier hectárea de coca. Además ni se huele, no descerebra, ni nada. Simplemente, inunda de paz...

Los salesianos no se pararán en pelos jurídicos ni bobadas terrenales. Ellos son representantes del papá del Niño en la tierra, y por lo tanto, como cualquier Instituto de Bienestar Familiar, pero con sede principal en el cielo, pueden demandar la custodia del Niño. Y no volverlo a dejar por ahí tirado, en las plazas, en los taxis, en las cocinas, en los baños, en los cuartos... A menos que paguen su cuota, y se comprometan a cuidarlo como si fuera propio.

Como son enviados de Dios, los salesianos no le venderán el Niño a los gays ni a las lesbianas. Mucho menos lo dejarán en adopción. Y mucho cuidado si se dan cuenta de que en algún motel lo han colocado. Un Niño no debe ser testigo de ciertas cosas. El único que tendrá derecho a Niño gratis, además de sus padres salesianos, of course, será el procurador.

Yo mientras tanto ya escondí el mío, y no digo dónde.

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