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Porno, casinos, rumbas y drogas

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Aura Lucía Mera
30 de septiembre de 2013 - 11:00 p. m.
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Como me decía Miguel Betin, director de la Fundación CreSer, hace poco tiempo: “Mi consultorio ya es una cloaca.

Cuando hace veinte años la ‘promoción’ de ustedes salió del internado, eran unos ‘señoritos’, lo máximo que se consumía era el bazuco. Los demás eran pura sangre (sólo alcohol) o cocaína, y la edad promedio era 25 años. Actualmente ingresan la mayoría adolescentes, algunos apenas con 12 años, ya adictos a un abanico de drogas que tendríamos que abrir un diccionario aparte. Intoxicados por los gases del aire acondicionado, homicidas, ludópatas”.

Crece la audiencia, como en el poema de Zalamea, y crecen las adicciones. Con la ayuda de internet, han “nacido” nuevas y variadas. Una de ellas, la adicción de adolescentes al porno. La internet misma se ha convertido en una de las adicciones más destructivas. Jóvenes que no pueden vivir un segundo desconectados. Que dejan de comer, de hablar.

El juego, hasta hace poco, se consideraba un problema menor en este país. Ya estamos acostumbrados que nos llegue todo tarde y que abramos los ojos cuando ya se han salido de madre los problemas... La ludopatía agarra a hombres y mujeres en sus tenazas y jamás los suelta. Por eso se crearon los grupos de apoyo, siguiendo los doce pasos de Alcohólicos Anónimos, que afortunadamente ya se están formando, con todas las de la ley, en diferentes ciudades colombianas. Con la adicción al juego se combinan otras. La adrenalina que invade al ludópata cuando está ante una ruleta es mucho mayor que la del alcohólico solitario. El juego encadena todo el espectro. Se mata por una deuda de juego. Se vende la casa. Se pierde el patrimonio familiar...

El libro que mejor describe esta ansiedad sin límites, ese sudor de manos, ese palpitar acelerado del corazón, esa locura, es Veinticuatro horas en la vida de una mujer, de Stefan Zweig. Una joya de la literatura que describe con la precisión de un reloj las emociones y sufrimientos de un hombre ante una mesa de juego. No sé si todavía lo editan. Ya los libros de verdad fueron sustituidos por best-sellers que llenan los bolsillos de las editoriales y la cabeza de los lectores de cucarachas.

El alcohol es la droga líquida mas perniciosa. Se vende y se compra y se bebe legalmente. Las otras son estigmatizadas sin razón, pero igual se venden, se compran, se consumen. Los programas de prevención carecen de seriedad. Los padres de familia no quieren abrir los ojos. Las instituciones de rehabilitación y recuperación son insuficientes, y muchas de ellas son centros de garaje sin ninguna vigilancia del Ministerio de Salud, en las que falsos terapistas embaucan a jóvenes y adultos adictos para sacarles dinero, sin importarles un bledo qué tipo de “tratamiento” dan. La enfermedad de la adicción es primaria, progresiva y mortal. Colombia todavía no le ha dado la importancia que merece. ¿Cuántos muertos, descerebrados, parapléjicos, suicidas, homicidas, necesitaremos para caer en cuenta de la magnitud del problema?

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