La peor pandemia que está acabando con la vida normal, o más o menos normal, que llevábamos hasta hace un tiempo. ¿Cuál es? Les voy a escribir los síntomas y efectos, y los lectores, como en un programa de televisión que se llamaba Adivina buen adivinador, encontrarán la respuesta.
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Esta pandemia, que no respeta a jóvenes, ni adultos, ni viejos, ni ricos, ni pobres, ni distingue de razas ni países, contamina lo que toca. Produce problemas de audición, vista, tendinitis, cuello, columna, obesidad, sedentarismo, irritabilidad, baja tolerancia a la frustración, disminuye la libido, aumenta el riesgo de accidentes vehiculares, produce insomnio, depresión, joroba, sensación de soledad, sobreestimula la dopamina, crea adicción, incrementa conductas compulsivas, distorsiona las percepciones, anestesia las emociones, cambios de humor constantes, agresividad, pensamientos suicidas, bullying en los jóvenes, afecta la atención y la concentración, temores irracionales y problemas para socializar.
¿Adivinaron? El celular, ese aparatico que se ha convertido en una extremidad más de nuestro cuerpo, un órgano vital que se lleva en el bolsillo, en la cartera, en la mochila, en el pantalón de baño, en la mano, en la consola del carro o en el chaleco, que nos impide hablar boca a boca, que silencia almuerzos familiares o paseos al río.
Afortunadamente, ya colegios de España, Francia, Finlandia, Suecia, Israel, Canadá y Australia lo tienen terminantemente prohibido, y en Colombia también. Bogotá, ya en 27 colegios, Cali en tres, Barranquilla y Bucaramanga en varios. Oigan bien: PROHIBIDO que los estudiantes lleven el celular a las aulas. Ya se comprobó, estudió y analizó que el uso prolongado de estos aparaticos en los jóvenes afecta la corteza cerebral, disminuye el rendimiento académico y la actividad física, el interés por los deportes, la comunicación e interacción social, aumenta el acoso y el bullying, la depresión y el miedo.
Ni hablar de la vida sexual de las parejas, el coqueteo físico, el toqueteo y el deseo. Lo único es estar conectados, pero al aparatico. Y ahora con la famosa inteligencia artificial, todavía más embrutecidos y aislados.
Les recomiendo una película española que está en Netflix: No puedo vivir sin ti. Entre risas y situaciones aparentemente exageradas como cualquier comedia, nos abre los ojos y nos pone a pensar, si es que todavía pensamos.
Posdata. Antes se decía que los bebés nacían inteligentes porque las mamás se alimentaban de sopa de letras. Ahora saldrán llenos de emoticones.