ESTE ES EL GRITO DESESPERADO DE Arely, una jovencita atrapada en la mafia de la trata de niñas y mujeres. Diecinueve años y todos sus sueños rotos.
Desafía al boss agarrando un cuchillo y diciéndole “pues me las corto, cabrón”. Acto seguido, cachetadas. Encierro de varios días sin comida, amenazas de muerte si vuelve a protestar por el maltrato de los clientes o por las perversiones sexuales que debe permitir.
Arely sólo quería un futuro mejor. “Estudiar, ser una empresaria inteligente, de esas que ganan plata y tienen auto...”. Por eso aceptó sin dudar una propuesta que le hicieron. La de ser modelo, ganar muchos dólares y triunfar en México. “¿Cómo iba a saber que terminaría encerrada de puta?”.
“Al boss le decían El Diablo. Un hombre de Monterrey, millonario y con muchos negocios. Me dijo que yo era su consentida. Que era bonita, pero me faltaban tetas. Me llevaron al doctor y me pusieron estas. Yo me sentía sexy, pero nunca puta (...). Me llevaron a una casa grandísima en San Pedro Garza, el municipio más rico de México, en el estado de Nuevo León. Todo el día nos hacían ver películas pornográficas (...). No me gusta que me obliguen a tener sexo, a veces me da mucho asco, me siento cansada, siempre están borrachos, huelen mal...”.
Arely pudo ser rescatada por el equipo del CIAM para las víctimas de la trata de mujeres de Cancún. Inició su recuperación física y psicológica. Logró milagrosamente escapar de esas redes internacionales en las que generalmente están implicados desde millonarios hasta políticos y policías, y a las que nadie se atreve a poner en su sitio, porque son las que mueven los hilos del poder.
Este es uno de los testimonios desgarradores que nos cuenta Lydia Cacho en su libro Esclavas del poder-Viaje al corazón de la trata sexual de mujeres y niñas en el mundo. Un texto narrado con un valor que raya entre la heroicidad y la insensatez, pues varias veces ha puesto su vida en peligro. Ejemplo de ello fue la vez que denunció la existencia de una importante red de pederastia en México, y fue ilegalmente detenida, vejada y torturada por los mismos que se suponía tendrían que protegerla.
Lydia viaja a las principales capitales de las mafias. Indaga, pregunta, desentraña y denuncia. Demuestra cómo en este mercado “globalizado” el mundo explota en redes que compran, venden y comercializan niñas y mujeres. Como señala la contracarátula del libro, aparecen todos los personajes de esta tragedia. El libro “es un mapa de la esclavitud contemporánea, que responde en su investigación a las preguntas esenciales del periodismo: quién, cómo, cuándo y por qué a estas alturas del siglo XXI se venden cada vez más seres humanos”.
Lydia Cacho estuvo en el Hay Festival. Su testimonio estremeció a la audiencia. Además de escritora y periodista, es activista de tiempo completo en la lucha por los derechos humanos, especialmente los de las mujeres. Autora de Memorias de una infamia, donde cuenta su propia y aterradora experiencia. Ganadora de varios premios internacionales y reconocida como una de las periodistas más valientes y comprometidas. Símbolo visible de la lucha contra las mafias, la corrupción y el abuso del poder.
Su libro es duro, sin concesiones, descarnado. Un libro que nos aterriza en esta asqueante y dolorosa realidad. No se puede continuar siendo indiferente ante esta tragedia internacional, ni intentar taparla después de leer el texto. A propósito, ¿cómo vamos en Colombia al respecto?