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Pura curiosidad

Aura Lucía Mera

05 de agosto de 2013 - 06:00 p. m.

En estos días, en que no hago nada sino aplastarme en una tumbona junto al mar en Cartagena, mirar el mar encrespado observando cómo los nietos tratan de no dejarse revolcar envueltos en espumas, y ver esas cabecitas remontando de nuevo a la superficie, hojear los periódicos del día, releer a Herta Müller en Hambre y Seda describiendo descarnadamente cómo fueron esos años eternos en Rumania bajo el terror de la dictadura de Ceausescu, escampando las borrascas tropicales de verano que llegan y desaparecen sin avisar, se me despierta una curiosidad que se me queda pegada como un timbre.

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Se trata de adivinar lo que va a suceder, si es que sucede algo —soñar no cuesta nada—, ahora que Yidis Medina está libre. Libre al fin de todos los oprobios del antiguo régimen, de todos los montajes que le montaron y, valga la redundancia, que se iniciaron sin ningún pudor desde el 2007 dirigidos contra todos aquellos que se atrevían a discrepar. Y que si le dejamos coger vuelo de nuevo se nos trepa al trono para sentarse como caudillo único, eterno, omnipresente, intocable.

No me compete juzgar a nadie. Pero en todo cohecho se necesitan mínimo dos personas: el cohecho no es un acto onanista (que me perdone el procurador). Se necesita el que ofrece y el que acepta. Y hasta ahora, lo único que Colombia ha visto es la saña contra Yidis, hasta el punto que querían podrirla en la cárcel, y de los otros hasta ahora “nanay cucas”.

Caso aberrante. Yidis, provinciana y elemental, se dejó manipular deslumbrada tal vez por los oropeles de “Palacio” y cayó en las fauces de zorros curtidos y sin hígado. La necesitaban y punto.

Ese votico era indispensable. Cambiaría el rumbo de nuestra historia. Luego, lo que sabemos. Los zorros se dispersan, niegan su participación, premian el silencio con embajadas y ministerios y el caudillo esconde su frustración, predicando que todo fue a sus espaldas. Tiene más espalda que el jorobado de Notre Dame. Y más cara que un elefante con paperas. Pero el cinismo también tiene un límite.

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La ley es una vez más para los de ruana. Punto. Hasta que se llegue “el día señalado” y se sepa por las buenas o las malas toda la verdad. Yidis, bienvenida a la libertad. Bien por Sigifredo López otra víctima. Por lo menos el fiscal Montealegre reconoció su error.

P.D. ¿Será que el Sagrado Congreso sera cómplice de los que quieren seguir la guerra? Pura curiosidad.

“...la memoria no abandona la verdad. Sólo puede abandonar la verdad la boca en el calculo del engaño”. Herta Müller.

 

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