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No milito en la iglesia católica. No me identifico con ella. Fui bautizada sin consulta y, desde ese día hasta hace algunos años que me desvinculé sin resentimiento, fui su víctima.
En la primera comunión creí que me iba a condenar precisamente ese día porque se me atascó la hostia en la lengua. En la confirmación un cura gordo y de mala cara me pegó una cachetada. Me confesé durante muchísimos años, casi a diario, porque pensaba que todo lo que hacía era pecado... Podría seguir indefinidamente, pero sería tema casi de un libro.
En Alcohólicos Anónimos descubrí que la espiritualidad no tiene nada que ver con las religiones. Que puedo creer en un ser superior sin necesidad de estar atada a rituales ni culpabilidades. Que los valores no se compran. Que ninguna chequera me puede conseguir tres gramos de ternura, un kilo de amor o varias onzas de honestidad. Logré perdonar a esa iglesia. Asistir a ella cuando es menester, para acompañar la despedida de un amigo, o simplemente porque algunos rituales me parecen importantes: el momento de la paz, en que nos reconocemos unos con otros o el de la comunión, que son momentos sagrados de introspección.
Leo que en Colombia existen más de 5.000 iglesias “cristianas” diferentes. Ninguna, estoy segura, sigue el mensaje original de Jesús. Son negocios en que algunos muy vivos se enriquecen, a punta de vender culpabilidad y prometer el cielo, a miles y miles de seres que se aferran a cualquier cosa con tal de conseguir la salvación. Son fortines políticos, mafias manipuladoras que comercian con el nombre de Dios. Empezando por la católica. Basta ver la fastuosidad y boato del Vaticano. Sus tesoros. La pomposidad de sus cardenales... Para no hablar de Buda y sus templos de oro, ni la fastuosidad de las Mezquitas de las Mezquitas...
Creo en Francisco. Creo que en el catolicismo van a cambiar muchas cosas y que volverán a “lo básico”. Lo que predicó el rebelde de Galilea. Amor, igualdad, perdón, honestidad, compasión, respeto... Creo que este Pastor hará la revolución.
¿Qué busco? ¿Qué buscamos? Yo, personalmente, creo en Dios como yo lo concibo. Sigo las enseñanzas de Jesús porque me identifico con ellas. No me enredo con la virginidad de María, ni la paloma ni los ángeles malos y buenos, ni la paila eterna. Vivo el presente a fondo, ayudada por valores espirituales. ¡Ya dejé de meterle Beethoven al bambuco y me siento mejor!
P.D. Felicitaciones a Gustavo Álvarez Gardeazábal. La misa ha terminado, me encantó. Un libro que tiene muchísimas lecturas e invita a la reflexión. Los que se quieran quedar en “el morbo escatológico” allá ellos. No entendieron ni mu.
