Creo en el derecho a morir dignamente. Creo en la eutanasia. Mucho más en esta época en que la tecnología médica “de punta” llena de inventos como tubos, respiradores artificiales, quimioterapias individualizadas que prometen milagros cuando ya se sabe que la metástasis ha invadido todo el cuerpo, comas inducidos y medicamentos experimentales se han convertido en el enemigo acérrimo de un cuerpo ya agotado por la enfermedad, los años, la pérdida de memoria, etc.
Anteriormente se moría en la casa. El abuelo, la abuela, el adulto, el niño o el bebé enfermo estaban rodeados de cariño, de calor humano. Manos unidas, palabras, últimos...
Conoce más
