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Definitivamente estamos educando verdaderos líderes... Una futura generación de genios y jóvenes que transmitirán a sus futuros hijos sus valores.
Los colegios privados y públicos tendrán salones especiales con cojines, comidas y poltronas para que los alumnos puedan consumir su dosis de opio, bazuco, marihuana o pepas para ir desarrollando cada vez más su personalidad.
Y los patios de recreo, que antes se utilizaban para jugar baloncesto, voleibol, saltar lazo o corretear, tendrán carpas armadas con colchones inflables, cajitas con condones, lociones para las partes íntimas y una estantería con los últimos ejemplares del Kamasutra y otras posturas más tradicionales, casi como el Catecismo de Astete, con las posiciones del misionero...
Es inconcebible la apatía con la que los padres de familia, los profesores y los directores de los establecimientos educativos están permitiendo que les metan el dedo al ojo, por no decir a otra parte, con el cuentico de “la libertad al desarrollo de la personalidad o la intimidad”.
Adolescentes que venden droga dentro de las aulas. Traqueticos que la venden en las afueras. Los parques, los parqueaderos de los centros comerciales y las zonas recreativas llenas de consumidores con acné, las hormonas en desorden, los instintos primitivos del cerebro reptiliano ante la muda, absorta, impávida y apática reacción de papás, mamás, policías, rectores y adultos.
Todos, sin excepción, manipulados por algunos politiqueros populistas que consideran que poner reglas, normas definidas y sanciones sobre estos temas es regresar a la caverna inquisitorial. Se nota que ni han visto muchachos descerebrados, no han visitado psiquiátricos y mucho menos asistido a funerales de jovencitos muertos por sobredosis, puñaladas o suicidios.
Ya se permiten las relaciones sexuales entre adolescentes... y no se pueden amonestar ni suspender, ¿porque se les están violando sus derechos? ¿En qué mundo demente estamos viviendo? ¿Qué queremos realmente para las generaciones que apenas están asomándose a la vida? ¿Una parranda de zombies drogados? ¿Niñas adolescentes con herpes vaginal? ¿Y qué decir de las jovencitas que se introducen los Tampax empapados en vodka y cocaína para rumbear a destajo y llegar a la casa sin tufo? ¿Y los jóvenes ídem por el recto?
¿Cuándo vamos a reaccionar en una manifestación de rechazo a la permisividad de ciertos actos que están matando y enfermando emocional y físicamente a toda una generación? No sentimos vergüenza de ver el comportamiento de ciertos jóvenes, del lenguaje que usan entre ellos, que no se bajan de “marica” y “la chimba” y se refieren a las jovencitas como “buenas y malas cucas”.
Ya da asco. Huele todo a podrido. Desde la pederastia de los curas que convirtieron, salvo honrosas excepciones, el sacerdocio en una mafia de homosexuales y pervertidos que violaban niños en nombre de Dios, se amancebaban con las monjitas y escondían los abortos en túneles misteriosos llenos de fetos…
Podría extenderme más. He asistido a entierros de jóvenes, visito psiquiátricos, cárceles... Sé de qué estoy hablando. Y no me considero ni mucho menos mojigata ni afín al ordoñismo ni al vivianismo… Pero esto que está sucediendo en nuestras narices raya en la demencia.
Posdata. ¿Ningún colegio, asociación de padres o educadores piensa reaccionar? ¿Quieren un hijo con sida y descerebrado? ¿Una hija con el cuerpo y los sueños rotos? ¿En qué andan los padres de ahora? ¿En las mismas? ¿Drogas, clubes, cuernos y corrupción? Es hora de hacer un alto en el camino. ¡Creo yo!
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