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Salpicón

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Aura Lucía Mera
06 de enero de 2015 - 02:37 a. m.
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Tin marín de dos pingüé. Muchos temas. Muchas ideas. Muchas cosas al tiempo en la cabeza. Prefiero hacer un salpicón y así iniciar este 2015 lleno, para mí, de expectativas y esperanzas.

Primero que todo, la paz.Y, como he comentado en columnas anteriores, primero, ponerme en paz conmigo. Tragarme sapos, no lanzarles sapos a los demás, no jugar al sapo, enterrar al sapo. Borrón y cuenta nueva. Aquí no existimos buenos ni malos... Somos todos responsables de lo vivido y seremos aún más responsables de lo que está por vivirse... Si seguimos en la eterna discusión de qué fue primero, pues, mientras tanto, las balas de lado y lado seguirán volando... Jamás hubiera existido el movimiento guerrillero armado si no hubiera existido la violencia partidista, propiciada por el mismo Estado... Desde la Colonia se impuso un régimen inequitativo y esclavista. Todos tenemos la culpa.

Los guerrilleros, en toda su larga historia, tienen en su haber menos masacres que las cometidas por los paramilitares contemporáneos, ya que el paramilitarismo existió desde la época feudal, también propiciada por señoritos terratenientes para que “la chusma” no se alzara... Las bandas delicuenciales se alimentan de pobreza, falta de educación, infancias maltratadas, hambre... Condiciones de vida indignas e infrahumanas.

El narcotráfico es un negocio de tales magnitudes, que se deben legalizar los cultivos, el comercio y el tráfico... No más muertos por cuenta de EE.UU. y su doble moral. El país que quiera su alijo, que venga y lo compre...

No más vivir convencidos de que el único DIOS es el dinero: hay que apartarnos de esa trampa mortal del consumismo. Cambiar el “tener” por el “ser”... Nunca mejor el refrán: “Como será de pobre que solamente tiene plata”.

Se acercan las elecciones... De nuevo la ruleta de la corrupción, la mermelada, las promesas, las ambiciones y las mentiras saltan al ruedo... Somos, cada uno de nosotros, los que elegimos quién nos quiere gobernar... Tenemos la responsabilidad de votar por el que creemos será el mejor, el más honesto, el más capaz.

Por ejemplo, Cali. Logramos recuperarnos gracias a la administración honesta y comprometida de Rodrigo Guerrero y su equipo, salir de ese largo túnel de desgreño, corrupción, componendas y caos... La pregunta es: ¿vamos a perder lo ganado? ¿Permitiremos que esta ciudad se hunda de nuevo en el lodo?

Bogotá, caótica, paralizada, deshecha como carne de sancocho, ¿votará por otro Petro? ¿O reaccionará y elegirá un candidato idóneo y normal?

¿Barranquilla logrará conservar la línea de su alcaldesa? ¿Progreso, dinamismo y empuje? ¿O se inclinará por algún populista marrullero con el hocico untado de mermelada? Así deberíamos reflexionar con cada departamento y municipio.

El futuro no existe, lo hacemos nosotros cada día. ¡Y depende de cómo actuemos, tendremos el país que labremos!

Así como la “vejez” no cae de repente, sino que es el corolario de cómo hemos vivido día a día, el caos, la violencia, la corrupción, no caen de árboles como la manzana de Newton, de pronto... Tienen su período de incubación, alimentación, gestación y parto. Y luego que nadie se queje. ¡Nos lo hemos ganado día a día.

Se llegó la hora de apostarle a algo... Pero esa apuesta primero la tenemos que hacer cada uno con “YO”... ¡Yo soy el único que puedo cambiar!

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