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SE APAGAN LOS FAROLES. SE CIERRA el telón y con él tres días de magia, letras, poemas, conversatorios, tertulias alrededor de un café en la Plaza Santo Domingo cuando la brisa pone a volar sombreros y cabelleras, salvándose únicamente los calvos. Tres días en que todavía no sé si escapamos de la realidad o vivimos una realidad más sólida e intemporal, la realidad de la palabra escrita, del pensamiento profundo, de la reflexión sin máscaras, de la introspección sin vallas.
Tres días en que las malas noticias del momento, tanto nacionales como del planeta, pasan a segundo lugar para darle espacio a la voz apasionada y rebelde de Joumana Haddad, esa mujer árabe que se atreve a matar a Sherazade y a iniciar su amor a la literatura a los nueve años con Justine, del marqués de Sade, esa mujer cuya infancia estuvo acompañada con la música de fondo de las bombas y el estrépito de la guerra.
Días en los que Philippe Claudel, nuevo descubrimiento en Colombia, porque apenas tres de sus libros se han traducido al español y porque Salamandra, su editorial, tiene precios inalcanzables, nos inunda con sus reflexiones en los que cabe todo el dolor humano sin juzgar jamás a aquellos que lo causan... y nos lleva a la certidumbre de que nadie es totalmente bueno o malo, que los monstruos integrales no existen, así como tampoco los ángeles de luz iluminados únicamente por la verdad y el amor. En sus obras se compendia el sufrimiento, el dolor, la culpa, la inocencia ,el amor y la nostalgia. Sus ciudades son intemporales, sus personajes arquetipos del alma humana sus tonos grises como la bruma y la lluvia que cae incesante en sus páginas y sólo a veces permite la salida del sol.
Días en los que David Trueba, escritor y guionista, nos contagia de su chispa y del duende que lleva dentro delineándonos el paisaje y el lenguaje del cine, rompiendo mitos como los del “gordo Orson Wells”, quien se apasionó por escribir el mundo taurino simplemente porque los toreros en sus tardes de oro invitaban a comer, Orson el robador de ideas, más grande su ego que su rotundez de carnes.
Días en que Miguel Ángel Bastenier, viejo zorro del periodismo español que enarbola la bandera del El País de España y la ondea sacudiendo opiniones y tirando al piso máscaras, nos empapa con una catarata de ideas, respuestas tajantes y contrapunteos llenos de humor, sobre el famoso tema del periodismo literario (to be or not to be), destruyendo falacias y reduciendo a polvo la semántica de la cuestión.
En fin, días de realidad para el alma. Días irrepetibles en los que los alguna vez quijotes de esta idea, Florence Thomas, Cristina de la Fuente, Ana María Aponte, Beatriz Dávila, Diana Gedeón y demás componentes de la “armada invencible”, nos regalan y se consolidan una vez más en hacer posible este paréntesis, esta sopa de letras, este caldo de ideas, risas, cuestionamientos y reflexiones que nos nutren desde hace seis años el espíritu para seguir, después, inmersos en la otra realidad. La que nos golpea, nos mutila el corazón y nos envuelve con su inmediatez casi hasta dejarnos sin respiración.
P. D.: una vez más la pregunta anual: ¿Por qué diablos los colombianos no sabemos preguntar? Por qué algunos “entrevistadores”, casi siempre los mismos, le quitan la palabra al invitado y aprovechan para hablar de sus propias obras, conocimientos y realizaciones. Por favor, a ver si el próximo año nuestros coterráneos practican la ego-puntura. No es mucho pedir.
