Esta es mi última columna antes de las elecciones. El ambiente está cargado de tensión, ya que hay mucho en juego. Podría resultar ser una ruleta de la suerte o una ruleta rusa. Cada departamento y cada ciudad, especialmente las capitales, tienen la responsabilidad de elegir sabiamente y luego asumir las consecuencias sin quejarse.
Al igual que los servidores públicos honestos y visionarios que se la juegan, abundan los oportunistas que quieren seguir aprovechándose, incrementar sus ingresos y manipular a su antojo comprando votos. Prometen lo imposible, insultan y golpean bajo.
Hay pocos programas sensatos y pocas discusiones profundas en la recta final. Predominan las polarizaciones absurdas, la ignorancia supina y los tarjetones confusos. Ni siquiera los de la Registraduría entienden; la famosa X puede caer en cualquier parte, a menos que el votante tenga una memoria de elefante.
Ningún candidato se salva del insulto, el adjetivo grotesco o la calumnia. Las campañas son sucias y traperas, lo importante para la mayoría es hacerse con el botín a cualquier costo. Hasta el más hampón aparece sonriente y prístino en las vallas, mientras que el destino del país parece importarles un bledo. La intolerancia está a flor de piel y el resentimiento, la rabia y las emociones primarias siempre ganan.
Qué agotamiento, qué cansancio, qué impotencia. Ojalá en estos días previos ocurra algún milagro (no sé a qué santo rezarle) y los ciudadanos tengan un momento de cordura y piensen en el futuro de sus regiones y municipios antes que en sus caprichos emocionales o intereses económicos. Si esto no sucede, pues que venga el diablo y escoja.
Ahora quiero dedicar esta columna a una mujer de carácter que ha forjado una carrera política a pulso y fue elegida hace cuatro años: Claudia López. Su alcaldía pasará a la historia. Aunque a veces tiene un tono que genera discordia y tiende a culpar a otros de problemas que debe solucionar, es valiente.
Claudia ha tenido que luchar contra todo tipo de adversidades, no solo molinos de viento, sino también obstáculos tangibles, desde burlas hasta rechazo por decisiones en su vida personal. Ha enfrentado ataques malintencionados propios de almas ruines. Pero ella siempre ha sido directa, clara y no se deja intimidar.
Posee una inteligencia y preparación privilegiadas. Tiene una visión acertada de la ciudad y una voluntad férrea. Siempre está bien acompañada. Es una mujer con potencial para ser presidenta, que deja a su sucesor una ciudad con muchos desafíos, pero que progresa. Una ciudad con futuro.
Su eficiencia en aspectos educativos, urbanos, de salud y viales es notable. Sus posiciones firmes ante los desatinos de Petro destacan. Lo digo porque cada vez que viajo a Bogotá noto que pese a sus problemas avanza imparable; me siento en una ciudad con mayúsculas, especialmente si la comparo con Cali, sumida en el caos, la corrupción y el desgobierno. Felicitaciones de corazón.
Colombia necesita más líderes como Claudia López. Sin que nadie me pregunte, sabiendo que no voto en la capital, mi preferido es Oviedo, auténtico y sin ataduras. Bogotá, ciudad en la que viví más de 20 años, debe evitar caer en la manida politiquería partidista o, lo que es peor, en las garras del petrismo.
Que Dios reparta suerte y no terminemos en el desbarrancadero. El fondo no tiene fondo y los bolsillos ávidos de dinero tampoco.
