Faltan cinco días para que los colombianos decidamos cómo queremos que sean los próximos cuatro años del país político que nos concierne a todos: pobres, ricos, empresarios, empleados, universitarios, desplazados, amas de casa o ejecutivos de corbata.
Todos somos responsables del futuro inmediato. Tenemos suficientes elementos de juicio para barajar las cartas. Sabemos de los paracongresistas, de los narcocongresistas, de los ausentistas, de los pícaros, de los nepotistas, de los saurocongresistas. Están señalados, denunciados, todos los conocemos por su recorrido escabroso.
Si nos capan de nuevo, pues nos lo merecemos. Estas son las elecciones más importantes de la historia nacional contemporánea. Nos jugamos la PAZ, así, con mayúscula. O la guerra entre campesinos, porque siempre son la carne de cañón. Generales y empresarios jamás se untan de sangre. Si acaso de mermelada de fresa.
Sabemos que estamos viviendo una polarización extrema. Que hay fuerzas oscuras pero que todos sabemos quiénes son: tanto en las FF. AA. como en la ultraderecha no quieren la paz. La guerra es un negocio. La guerra da poder y alimenta egos esquizoides. O sea que apostamos en serio por un Congreso digno o nos llevó la Marimonda con sus largas narices fálicas.
Es indigno que Serpa, en el Valle, busque el apoyo de Abadía y su manada de torcidos. Aunque no es de extrañar, pues él fue el que metió el elefante en Nariño y luego no lo vio. Es inaceptable que muchos candidatos busquen esas alianzas vergonzosas, simplemente porque necesitan llegar a como dé el tejo.
Sabemos que hay corruptos en todas las listas. Tenemos que mirar con lupa los nombres que queremos nos representen. Muchos niegan sus nexos pero, como se dice, “se los dejan arrimar muy cerca”.
Pensaba votar en blanco para Cámara, pero voy a dar mi voto de confianza a Juan Carlos Reyes Kuri, por el Valle, de Cambio Radical. Y por Senado, obviamente por Claudia López: ¡ella le pone los puntos sobre las íes al que sea sin ningún temor!
Se nos llegó la hora. ¡Después no lloremos por la corrupción y la sangre derramadas!
P.D. Sueño con una Colombia sin Roys, sin Names, sin Zuccardis, sin Garcías, sin Nules, sin Tapias, sin Rito Alejos ni Plazas Vegas, sin Abadías, sin Martínez, sin Valencias Cossio, sin Serpas, sin Gerleins, sin Villegas, sin Dilias, sin Clementinas. Sueño. ¡Y soñar no me lo impide nadie!