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“A veces nuestros sueños se presentan en susurros, no gritan. Tenemos que seguir esos susurros”; Steven Spielberg.
“Odiaba el colegio. Odiaba leer. Me sentía torpe. No era buen deportista ni atlético. Era disléxico. En el colegio, en California, me maltrataban por ser judío… una vez me rompieron la nariz”.
“Mi madre era artista, pianista, bailarina… una especie de Peter Pan en versión femenina. No quería crecer. Siempre fue más amiga que madre. Mi padre, un ingeniero eléctrico e importante inventor. Me encerraba en mi cuarto para no escuchar el piano de mi mamá ni las charlas eternas de mi papá con otros técnicos e innovadores".
“Sin embargo, mi infancia jamás fue aburrida. Mis tres hermanas pequeñas pintaban en las paredes, rompían mis juguetes… nos reíamos. Teníamos perros, pájaros, un mico; éramos libres. Desde siempre tuve fobia a los ascensores, a las cucarachas, al mar, a los tiburones… tal vez por eso los meto en mis películas".
“Cuando mi padre me regaló una serie de trenes eléctricos y su carrilera, mi obsesión era hacerlos chocar, poniéndoles obstáculos; se dañaban. Entonces, él me regaló una cámara para que filmara el choque y así pudiera verlo las veces que quisiera sin destruir los vagones. Así empezó todo”.
Estas palabras de Steven Spielberg —ese genio que nos ha hecho soñar con E. T., aterrorizarnos con Tiburón, llorar con La lista de Schindler, extasiarnos con Jurassic Park, sentir miedo con Poltergeist o amar West Side Story— nos enseñan que todos podemos cumplir nuestros sueños si los seguimos con pasión, trabajamos por ellos y escuchamos esa vocecita callada de la intuición, ese susurro casi imperceptible que nos habla al alma.
Llegó a Netflix Los Fabelman, escrita y dirigida por Steven Spielberg, con más de sesenta años de vida, para contar su historia: desde la infancia hasta su adolescencia. Una película única, simple, lineal. La historia de su familia, el secreto compartido con su madre, su fascinación por filmar lo que veía: películas de pocos minutos con sus amigos de infancia, ya como scout y en el colegio, para no sufrir más bullying.
Darse cuenta de que la cámara ve cosas que no vemos, muchas veces dolorosas. Y que las películas sacan a flote emociones inesperadas y ocultas de los espectadores. “Necesitamos todos estar juntos en espacios oscuros para poder experimentar y conocer emociones y mensajes que guardábamos dentro”; Steven Spielberg.
Los Fabelman, esa mini autobiografía de Steven Spielberg, nos recuerda que en este corto instante de vida que tenemos, lo único importante es ser fieles a nosotros mismos y realizar nuestros sueños. Como Kavafis en su Ítaca: “No temas a lestrigones ni cíclopes ni al airado Poseidón,/ pues no saldrán en tu camino si piensas alto,/ si tus ilusiones y tu alma son más fuertes…”.
