EL PRESIDENTE SANTOS SE REFIEre a la pantalla que los medios le dan a la guerrilla.
Si no existe crítica, ni escándalo, así sea amarillo, pareciera que la noticia no vale. Creo que el mandatario, respetando la libertad de prensa, tiene mucha razón.
Si, por ejemplo, todos los días los noticieros no nos sacaran al expresidente Uribe y sus declaraciones llenas de rabia, de dardos para propiciar la polarización, sus pataletas habrían pasado desapercibidas. No tenemos por qué seguir este sainete de un exgobernante paranoico que está obsesionado con echar señales de humo a ver si logra despistar las investigaciones de cortes internacionales, que, según tengo entendido, no le dejan conciliar el sueño.
Lo mismo pasa con la guerrilla. Todos los días sus actos ocupan las primeras páginas de los periódicos. Si tuvieran que pagar por esta publicidad no les alcanzaría el dinero del tráfico de drogas. Pero se la damos gratis. Mientras pasan de agache noticias verdaderamente importantes. Somos un país acostumbrado a la sangre y al terrorismo. También es curioso que sean los medios los que llegan antes de que derrumben las torres o exploten las bombas.
Si RCN, por ejemplo, no se hubiera precipitado a identificar una nariz con la de el exdiputado Sigifredo López, así, de buenas a primeras, y Simón el Bobito, que ni siquiera lee lo que firma, lo hubiera sacado a las patadas del partido, esos fiscales no se hubieran envalentonado tanto.
Tenemos el deber, los comunicadores, si queremos tener un país normal, serio en sus investigaciones, de iniciar una introspección hacia la ética periodística. El Patrón se convirtió en héroe. El hijo del Patrón se forra con diseños de ropa Escobar.
Pero en nombre de una falsa libertad de prensa, lo que estamos haciendo es avivar rencores, desprestigiar a un gobierno atacado por todos los flancos.
Lo ético sería que Simón Gaviria, por inepto e irresponsable, renunciara él al partido. Que RCN le pidiera disculpas públicas a Sigifredo López. Que el fiscal principal y el otro tuvieran la ética de dejar sus cargos. Que emisoras y periódicos estuvieran dispuestos a informar sin sensacionalismo. Que esos mismos medios les hicieran el seguimiento a tantos casos represados que por presiones mayores no se atreven a mover.
A ver si somos capaces de un poco de reflexión. Tampoco es mucho pedir. O será que definitivamente el sentido del periodismo informativo perdió su rumbo definitivamente.
P.D. A ver si cuando Petro se recupere de sus hematomas cerebrales, permite que La Santamaría vuelva a ser lo que siempre fue: una plaza de toros. No arena para hacer yoga, ni gimnasia rítmica, ni seguir presentando esos espectáculos patéticos a los que no van ni los que actúan. Petro no puede atropellar impunemente al que le dé la gana. Las corridas de toros merecen respeto. Los toreros también. Curioso, pero coincidió que cuando prohibió las corridas se le coló sangre en el cerebro, y cuando se inventó los fumaderos de opio también. Espero se recupere de todo y piense más calmadamente lo que propone. Se rumora que fue víctima de un cacerolazo. No sé de quién.