Difícil sustraerse a los monotemas que acaparan titulares, tuits, noticieros, wasaps, etc. Por más OMMMS que respire, por más ceibas que abrace, por más atardeceres rojos y lunas llenas, por más libros en los que me zambullo y por más Netflix que ponga, no logro aislarme de la noria, círculos, círculos, círculos y nada que se avanza.
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Difícil sustraerse a los monotemas que acaparan titulares, tuits, noticieros, wasaps, etc. Por más OMMMS que respire, por más ceibas que abrace, por más atardeceres rojos y lunas llenas, por más libros en los que me zambullo y por más Netflix que ponga, no logro aislarme de la noria, círculos, círculos, círculos y nada que se avanza.
Monotemas principales:
Las vacunas. Que si AstraZeneca, que si Pfizer, que si la Sputnik, que si la que acaba de inventar un científico colombiano, que si no se vacuna a los viejos porque “ya pa qué”, que si la segunda dosis, que la tercera generación va a salir con cabeza de cerdito, que ya están falsificando y mandando por Rappi, que no hay neveras suficientes, que la gente tiene que prestar el congelador, que Uribito Turbay se está robando las patentes, que no hay jeringas, que producen alergia y no sirven pa taco porque hay que seguir con tapabocas, aislamiento, confinamiento y aburrimiento.
Las futuras elecciones. Los del andén derecho —que cobija a la ultraderecha falangista, paramilitares, pastores que se vuelan con la plata del apocalipsis, conservadores mixtos arrejuntados a la fuerza, godos tibios, liberales conservadores—, todos rindiéndole pleitesía al “Eterno” y lagarteando su mirada benevolente a ver cuál es el escogido en esta pesca milagrosa.
Los del centro, centroizquierda, centro centro, humanos, populistas, liberales de verdad, liberales de mentira, arrimados sin ideología, mamertos, curas progresistas, gente pensante y normal, otro salpicón que jamás se pondrá de acuerdo, porque el común denominador es el ego, el ego y el ego.
La diferencia es que los del andén derecho marchan a las órdenes del “Eterno”, obedecen y comen callado, mientras los del andén de enfrente no son capaces de unirse ni obedecerle a nadie, porque todos se creen el mesías.
Sigo leyendo Línea de fuego, el libro de Pérez Reverte sobre los jóvenes combatientes de la batalla del Ebro, la más cruel, inútil y sanguinaria, que además de sacarme lágrimas de rabia e impotencia, me lleva a afirmar lo que siempre he pensado:
Que el bando republicano jamás estuvo unido, era un salpicón de anarquistas, socialistas, troskistas, stalinistas, analfabetos, poetas, músicos, escritores y voluntarios internacionales que se detestaban los unos a los otros, que entre copla y copla, traición y traición, hasta de unión, perdieron frente a una derecha extrema, compacta y obediente a sangre y fuego. Sin derecho a ladrido, Hitler y Mussolini ayudaron con todo, seguros de que Franco también lo haría; en cambio, los franceses, rusos y anarcos mandaron lo poco y usado que tenían. Así fue que se prendió esa guerra entre hermanos, mucha copla, mucha polarización y falta de unión... No sé por qué me suena, las historias se repiten y el ser humano no cambia, a menos que llegue un pseudodictador o dictador total y ponga a marchar y aceitar la maquinaria.
Ya con los últimos nombramientos de algunos funcionarios públicos, como el nuevo mindefensa y la codirectora del Banrepública, sabemos por dónde va el agua al molino, y si a esto le añadimos la prensa escrita, en las garras totales de los Gillinski y los Sarmiento, pues a buen entendedor pocas palabras bastan. Ya sabemos quién está detrás del telón y también sabemos que no está dispuesto a soltar la batuta.
Posdata I. “Tin marín, de do pingüé, cuál vacuna, cuál candidato, cúcara mácara, sabemos quién fue”.
Posdata II. Pregunta al viento: ¿por qué los que no comulgamos con el actual desgobierno y sus secuaces no nos unimos en torno a un estadista de la talla de Humberto de la Calle? ¿O también preferimos seguir jugando nuestro “tin marín”? Que Dios reparta suerte.