Todos somos culpables

NO SÓLO LOS VARIOPINTOS Y COrruptos directores y ex directores —cada uno en su período con sus cuadrillas, sus amanuenses, sus celestinos— de las Corporaciones Autónomas Regionales del país son los culpables.

Sobre ellos, obviamente, que caiga todo el rigor de la ley. Sobre ellos y los que ocuparon dichos cargos hace décadas. Porque no son sólo los actuales funcionarios los que han dejado ahogar a Colombia por cuenta del invierno. Este es un mal que ha estado presente durante años, sin que ningún gobierno se haya atrevido hasta el momento a meterlas en cintura y escarbar los manejos que estas entidades le han dado a los millonarios recursos que poseen. Botín de pícaros incrustados en sus directrices o mandos medios en intercambio de votos y otras prebendas para los caciques de turno.

Pero no se puede culpar sólo a quienes dirigen o dirigieron en algún momento el rumbo de las Corporaciones Autónomas. Somos todos los colombianos, de todos los estratos y clases sociales los que estamos implicados directamente en esta tragedia nacional. Los taladores de árboles, los mineros que escarban las entrañas de la tierra a como se les dé el tejo, sin ley ni orden.

Los industriales, que contaminan de residuos tóxicos ríos y cañadas. Los pescadores, los lancheros, los propietarios de acuamotos. Las discotecas y rumbeaderos que repletan de desperdicios calles y andenes. Las amas de casa que tiran basuras a los caños. Los que la tiramos a las calles y quienes en el hogar no apartamos adecuadamente los residuos antes de botarlos.

Basta recorrer, por ejemplo, algunos caminos de La Guajira para ver los cactus y espinos llenos de plásticos y bolsas que llegan allí tras ser arrojadas al viento. Basta transitar por una calle de un barrio cualquiera de alguna ciudad para poder ver cómo las basuras y los desperdicios se amontonan en las bermas.

¿Hace cuántos años que el río Bogotá es una cloaca? ¿Desde hace cuánto tiempo el río Cauca es el recipiente de todos los desperdicios y escombros?

El río Magdalena y las ciénagas de la Costa Caribe están cargadas de todas las inmundicias y escombros de Colombia. Los barrios de invasión no sólo representan un grave riesgo para sus pobladores, sino que además están llenos de pobreza y en muchos casos rodeados y colmados de basuras.

Tocamos fondo. Y como las grandes tragedias muchas veces sirven para empezar a surgir de nuevo, es hora de que entre todos ayudemos a rescatar a Colombia. O dejamos de existir como país o empezamos a construir una nación digna, basada no sólo en el respeto entre nosotros, sino hacia el medio ambiente, pues nadie está exento de ser la próxima víctima del invierno.

 Pido que se inicien investigaciones retroactivas y que sean sancionados quienes por acción u omisión hayan tenido responsabilidad en la tragedia que hoy nos toca. Que la verdad sea el primer paso para la reconstrucción