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Triste balance

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Aura Lucía Mera
29 de diciembre de 2009 - 12:27 a. m.
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ES A VECES MÁS FÁCIL DESEAR UN feliz Año a todos los lectores y hacer de cuenta que no ha pasado nada, y que borrón y cuenta nueva, y que el futuro es mañana y que el pasado es un cheque cancelado. Sí. Es lo mas fácil. Pero no es lo más apropiado.

Sigo la pista de estos ocho años del Gobierno Uribe y compañía. Digo compañía porque los ministros también se han quedado pegados ambos cuatrienios, con alguna que otra excepción. O sea que son ocho largos años de un régimen monolítico en su mayor parte. Sigo la pista, y el balance no es alentador.

La salud está más resquebrajada que nunca. De nada les han valido los ocho años a Minsalud y sus declaraciones de que todo iba viento en popa, y que su Ministerio de Protección, Salud y Vivienda iba a cambiar la historia del país. Ya no tiene más opción que aceptar el despelote, la bancarrota y el caos en esta materia que viven la mayoría de los colombianos.

Las vías jamás se terminaron. Min Uriel tampoco cumplió. Sus ademanes de seminarista contrito y sesudo no sirvieron para nada. La doble calzada a Buenaventura sigue empantanada. La doble Calzada Bogotá-Girardot ídem. La famosa Ruta del Sol solamente es testigo de los atardeceres celestes. Las vías internas en estado lamentable. Las que comunican veredas ni se nombran. Son trochas para mulas expertas en piruetas.

La agricultura rodeada de escándalos, prebendas, corruptelas y mangüelas. Los desplazados aumentan. Los sin-tierra, como diría Eduardo Caballero, crecen geométricamente. Ex-MiniUribe perdió su sonrisa y sus aires de pavito inflado. La está viendo ahora gorda y color de hormiga. Su sucesor, que nadie se acuerda cómo se llama, simplemente un títere alcahuete. Mientras tanto el campo, ¡Oh!, el campo, nuestra principal fuente de riqueza y progreso en manos de nadie, o mejor dicho en manos de unos pocos que hacen lo que les da la gana, ya sean empresarios, latifundistas, paramilitares o guerrilleros.

Estos tres ministerios, triángulo de equilibrio para el despegue normal de un país, arrojan un balance de agua fría, frustración y rabia en el sentir de los colombianos. De los colombianos que alguna vez creímos que habría un cambio. Pero nunca imaginamos que sería para peor.

La tan manoseada y cacareada Seguridad Democrática se ve teñida de sangre. Las comunidades internacionales protestan, pero los muertos los seguimos poniendo nosotros. La guerrilla sigue atacando, violando, asesinando. Tal vez muchos propietarios pudieron regresas más o menos tranquilos a sus campos en estos ocho años y muchos inversionistas extranjeros volvieron a mirar hacia el país. Pero la verdad monda y lironda es que cada vez hay más desplazados, más campesinos aterrorizados, más desempleados, más violencia urbana y rural. No sé muy bien de cuál Seguridad hablan. Que me lo explique con pepelito y lápiz. A ver si entiendo.

Se palpa un tufillo de insatisfacción. Nadie demerita los logros, que los hubo, en estos años. Pero basta ya. Queremos un cambio. De rostros. De voces. De actitudes. De propuestas. Así resulten chimbas también. Pero por lo menos cambiamos de panorama. Como decía alguien de un campo nudista, “a la larga se aburre uno de ver las mismas caras”.

Y si tienen sentido del humor, y le saben poner al mal tiempo buena cara, y si creen que con un cambio de dígito en el 19... se acaban los problemas... pues Feliz Año para todos. Ya veremos. A ver si somos capaces de reaccionar.

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