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“El Llano es como una amante infiel, que entre más te maltrata más la querés.
El Llano es madrugada y atardecer, es aventura, magia, penas y placer.
Arpa, alcaraván, cuatro, capachos, poncho, zamuro, zapateo, cachire, mamona, maute, toninas, gabán, ya son parte de mi alma llanuna.
Alma valluna, alma llanuna, la mía es una.
Llevo 30 años transitando entre Bogotá y el Llano, desde que la manigua me embrujó. Como Arturo Cova, el de La vorágine, me enamoré perdidamente de la llanura ilímite y en ella me he, felizmente, autosecuestrado.
En esos 87 km de vía he tenido que dormir, ver aguaceros bíblicos, derrumbes aterradores, retenciones de la guerrilla, accidentes de tránsito inconcebibles, como el de una tractomula que perdió los frenos y arrasó con 14 carros, y quedarme atrapado dentro de un túnel, remedio eficaz para mi claustrofobia.
La mayor demostración de la ineficacia de nuestra ingeniería y que, en este país, los concesionarios de vías son unos abusadores es lo que está pasando en esa carretera.
No ha habido gobierno capaz de ponerle tatequieto al grupo Sarmiento y quitarle esa concesión. Solo el ministro Cardona lo enfrentó y Santos lo desautorizó.
Si nos escandalizamos con la corrupción de Reficar, lo de la vía al Llano es de la misma magnitud y, por supuesto, no pasará nada.
¿Hasta cuándo, hasta cuándo? ¡Hasta que san Juan agache el dedo!”.
Kico Becerra
***
¿Qué más se puede decir? ¿Quién le pone ese cascabel al gato? ¿Quién va a matar ese tigre sin asustarse con el cuero?
Hace más de 50 años esa vía, la única que une el oriente con el occidente de este país, es un continuo desastre. Incontables sus muertos por accidentes o derrumbes. Pasan los años. Pasó la violencia partidista con Laureano, el capataz de la época. Pasó la dictadura de Rojas Pinilla. Pasó el Frente Nacional enterito. Pasaron López, Turbay, Belisario, Virgilio, Gaviria, Samper, Pastrana, dos veces Uribe, dos veces Santos. Ahora no se sabe muy bien si es Duque o el otro...
Y la carretera al Llano sigue en las mismas. Las montañas se caen encima de los puentes, de los automóviles, arrasan con lo que sea. Las últimas imágenes vistas en televisión son estremecedoras, apocalípticas, y no pasa nada…
Acabo de escuchar las últimas noticias del domingo en la noche: “El presidente Duque ordena restablecer inmediatamente la comunicación con el Llano”. Me acuerdo del hada regordeta de Cenicienta con su varita mágica: “Salacadula chalchicomula bibidi babidi bu”, y ante esta orden perentoria las montañas se quedarán quietas, los puentes se unirán con cáscaras de huevo y todos tan contentos. La vergüenza nacional se convertirá en una bellísima autopista de seis carriles. No problem. Tout va bien!
Posdata. Y Buenaventura, Popayán-Pasto, etc., y nadie le pone el cascabel al gato.
