HACE UNOS AÑOS ERA UN SUEÑO. Una quijotada. Un trío de soñadores se inventaron la creación de un libro que nos contara la historia, a todos los colombianos, del origen del toro de lidia en América. Cómo este animal misterioso y milenario llegó a Colombia.
Cómo los jesuitas, además de empeñarse en convertir herejes emplumados, y de paso aniquilarlos a casi todos, también llegaron con la obsesión de cuidar los grandes latifundios que la corona española les había adjudicado mientras catequizaban aborígenes a latigazo limpio, o a base de iglesias revestidas en pan de oro para que los nativos tuvieran alucinaciones con el paraíso inmortal.
Primero fueron los vacunos, que venían en las carabelas. Se desperdigaron por montes y praderas. Se asalvajaron y así nacieron los toros cimarrones y criollos. Con en el arribo católico llegaron los de verdad. Los encastados. Los que impedían el paso de cualquier bípedo por los campos y páramos feudales católicos. Nacieron poco a poco las ganaderías, se importaron sementales de España y las camadas empezaron a mostrar pedigrí y otras noblezas que permitieron los festejos taurinos en serio.
José Félix Lafaurie tomó la bandera de esta quimera, y con la asesoría de Aldo Buenaventura y Víctor Diusabá, fotógrafos de primera línea, diagramadores y colaboradores de la talla de Antonio Caballero, Manolo Lozano, César Rincón, Manuel Riveros Dueñas, entre otros, lograron plasmar en realidad editorial este sueño. Resultado: el más bello libro sobre la tauromaquia en Colombia. Nos cuenta la historia de todas las ganaderías colombianas, desde sus orígenes hasta sus logros. Nos descubre la variedad de dehesas que poseemos, algunas de las cuales todavía no hemos tenido el privilegio de admirarlas en los ruedos tal vez porque cada departamento o provincia prefiera siempre y a toda costa mostrarnos lo que considera como “patrimonio de la región“.
Paispamba, Salento, Alcazaba del Viento, Huagrañán, El Aceituno, Alhama, Fuentelapeña, Icuasuco, El Encenillo, Guachicono, Dos Gutiérrez, Agualuna, Suescún, son apenas algunas dehesas. En total Colombia cuenta con casi cuarenta ganaderías de casta. Sus propietarios, también quijotes que luchan a brazo partido contra molinos armados hasta los dientes, empeñados en que la fiesta brava sobreviva, que no se extinga la especie de este bello y misterioso animal, que las ferias continúen llenando de colorido, pasión y arte las arenas nacionales.
Un libro cuya portada nos hace estremecer de belleza y respeto: un toro negro zaino entre los pastizales del páramo, medio envuelto en brumas, rocas y árboles, mirándonos de frente y alerta, recordándonos que todavía existen, siguen dispuestos a demostrar su casta y su bravura en cualquier parte y que retan a los valientes que se visten de luces para conformar ese triángulo de arte, muerte y vida que se conjuga en la cita centenaria y ritual.
Libro para lucir en las mejores salas de los miles de aficionados. Libro para invitar a los colombianos a amar y conocer la fiesta brava. Libro para regalar a los que llegan y desean llevarse en su retorno algo de la magia colombiana. Para que tengan un pretexto más para regresar.