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Una cabronada*

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Aura Lucía Mera
22 de agosto de 2011 - 11:00 p. m.
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No soy abogada, pero creo contar aún con sentido común, con sentido de lógica y de justicia.

Y no puedo hacer menos que calificar como una enorme cabronada lo que la Dirección del Censo Electoral está haciendo con Cali, al anunciar la anulación de las firmas que recogió Rodrigo Guerrero para inscribirse como alcalde de esta ciudad. Y sucede justo cuando Guerrero encabeza todas las encuestas de favorabilidad para ser elegido alcalde.

Rodrigo Guerrero recogió el clamor de cientos de miles de caleños y aceptó aspirar a la Alcaldía. Recogió más de 125.000 firmas y las depuró antes de entregarlas. De ellas, le contaron y evaluaron sólo 75.000. Y como no superó las 50.000 válidas (tuvo válidas 45.000 de 75.000), le quieren anular las firmas. No se necesita ser Einstein para saber que de contar y analizar el resto, alcanzaría — y de sobra— las 50.000 que exige la ley.

Y digo que es una cabronada con Cali, porque el menos perjudicado con esa decisión, de mantenerse, no sería Guerrero, quien está por encima del bien y del mal, sino la ciudad, abocada por cuenta de esa extraña e insustentable movida a escoger entre candidatos de medio pelo que dejan mucho que desear. Se condena a Cali a nuevas administraciones populistas y corruptas, al sacar del juego al mejor y al más opcionado.

Escuché la seria y aplomada entrevista que Juan Carlos Iragorri les hizo el domingo a Rodrigo Guerrero y a Hollman Ibáñez, director del Censo Electoral. Fue evidente que Ibáñez no quiso una controversia abierta con Guerrero, dejando sin responder el punto esencial de la decisión que hoy tiene en la incertidumbre la candidatura: si Ibáñez tiene certeza de que Guerrero carece de las 50.000 firmas que exige la ley. No respondió.

Y no respondió, y se hizo el loco, y se escudó en leguleyadas, porque no tiene certeza de que Guerrero no tenga las firmas. La razón es simple: porque no les dio la gana de contar y analizar todas las firmas, como es su deber. Alegó que cuando son muchas firmas, sólo cuentan y analizan algunas y no todas, alegando que de hacerlo sería muy dispendioso y muy costoso, un argumento flojo que devela arbitrariedad.

Qué tal que les aplicaran el mismo procedimiento a las elecciones de presidente o de Congreso. Que en razón de costos contaran sólo algunos de los votos e hicieran una proyección estadística. Si la ley permite la inscripción por firmas, debe tomarlas en serio y contarlas, estudiar todas y cada una de ellas, cueste lo que cueste. No hacerlo es arbitrario y por ende transgrede el derecho de todos a elegir y a ser elegido.

No conozco al señor Ibáñez, y no sé si sea un tipo decente, pero conozco la porquería en lo que se han convertido el sistema electoral colombiano y las registradurías. Y por eso no dudo de que más de uno está interesado en frenar a Guerrero para que la política decente no sea posible en Cali. No me extrañaría que existan fuerzas oscuras detrás de esa movida, a la que no sólo los caleños, sino los colombianos, debemos rechazar.

* Acción infame. Acción malintencionada o indigna contra otro (Diccionario de la Real Academia).

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