Hoy martes, en el Gimnasio Moderno, se presenta el libro Una conversación pendiente, una conversación que necesitaba Colombia entre Íngrid Betancourt y el expresidente y Premio Nobel de Paz, Juan Manuel Santos. Un reportaje dirigido por el escritor Juan Carlos Torres .
Hace unas semanas lo leí. Me fascinó. Torres logra, con preguntas directas, inteligentes y frenteras, que estos dos personajes, protagonistas de primera línea de nuestra historia reciente, unidos y separados por la amistad, el dolor, la solidaridad y la política, nos regalen sus experiencias, sus recuerdos, sus emociones y su visión de este país desgarrado por una guerra eterna e inútil, dividido por una polarización demencial, cada uno desde su perspectiva.
Íngrid, esa mujer aguerrida, rebelde y visionaria que removía conciencias, que ganaba día a día admiración y respeto, que despertaba la esperanza de un cambio de rumbo en la brújula anquilosada de la politiquería, de un día para otro convertida en víctima de uno de los secuestros más largos, dolorosos e infames de nuestra historia.
A Juan Manuel Santos, en ese momento ministro de Defensa, le tocó capotear el vendaval. Después de años de incertidumbre y desesperanza logró lo increíble: rescatar a Íngrid y otros compañeros de las garras de la ignominia en una operación de inteligencia y estrategia militar digna de una película de ficción. Nadie podía dar crédito que este rescate estuviera sucediendo en la realidad. Colombia entera lloró de emoción cuando las pantallas de televisión nos mostraron esas imágenes de Íngrid y sus compañeros, sanos y salvos, descendiendo en el aeropuerto de Catam.
Tiempo después Santos llegó a la Presidencia de Colombia y se la jugaba toda por lograr un acuerdo de paz con esa misma guerrilla. Algo varias veces intentado por mandatarios anteriores que habían logrado acercamientos sin resultados definitivos. Esa decisión se convirtió en su Itaca, hasta que lo logró, a pesar de todas las trabas, ruedas de molino y odios viscerales que se fue ganando en el camino.
Se logró el Acuerdo. La guerrilla más antigua del continente americano aceptó deponer sus armas y reinsertarse a la vida civil formando su propio partido político. Se crearon la Comisión de la Verdad y la JEP, logros aplaudidos por el mundo entero como ejemplo a seguir, pero condenados en su propio país. El único en el planeta que no quiere esa paz y que sigue incumpliendo lo pactado y asesinando líderes. Pero eso es otro tema.
Íngrid escribió La rage au coeur, best-seller mundial. Santos publica La batalla por la paz y Un mensaje optimista para un mundo en crisis, libros traducidos a otros idiomas y de gran aceptación.
Hoy se reúnen por primera vez en Colombia para presentar Conversaciones pendientes, gracias a la labor paciente y dedicada de Juan Carlos Torres. El Gimnasio Moderno abre sus puertas para su presentación oficial.
Gracias, Íngrid Betancourt. Gracias, expresidente Santos. Estas conversaciones pendientes las necesitábamos los colombianos para lograr una verdadera reconciliación.
Posdata. Este libro debería ser texto en todos los colegios y universidades. ¡Colombia tiene derecho a conocer su historia!
