El bloque transpacífico (TPP), conformado por Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Perú, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam, corresponde a 40 % del PIB mundial y cuenta con 793 millones de consumidores.
El TPP puede convertirse en el mayor bloque económico del mundo; sin embargo, eso no significaría incrementar el libre comercio en el mundo.
El jaque mate comercial del presidente Obama aparentemente es una estrategia geopolítica que tiene por objetivo disminuir el poder económico de China en su propia área de influencia.
El acuerdo transpacífico, negociado por los gobiernos y corporaciones trasnacionales de doce países casi en secreto, deberá ser ratificado por sus respectivos congresos en los próximos meses. A partir de su aprobación, se eliminarían aranceles para bienes y servicios, aproximadamente 8 mil posiciones arancelarias que esos países aplican sobre las exportaciones americanas, desde manzanas y carne bovina hasta los softwares fabricados en el Valle del Silicio, en California.
Según Joseph Stiglitz, premio nobel de Economía, “la realidad es que este es un acuerdo para administrar las relaciones comerciales y de inversión de sus miembros y para hacer esto en representación de los más poderosos lobistas de negocios de cada país. (…) El TPP no gira alrededor del ‘libre’ comercio”.
El sistema de patentes, componente estratégico de todos los tratados de libre comercio con Estados Unidos, se endurece en el marco del TPP. Los plazos de duración de las mismas serán ampliados a 20 años y el campo de patentabilidad cubrirá todas las áreas tecnológicas, admitiendo cada vez menos excepciones. Situación que contradice lo que ocurre en épocas de anacronismo tecnológico y, especialmente, va en contravía de los tiempos cada vez más cortos en innovaciones tecnológicas. Aparentemente, se quiere no solo controlar el actual mercado derivado de las innovaciones, sino también el mercado potencial, lo cual puede significar un exacerbado proteccionismo tecnológico.
Según Wikileaks, “El TPP va a reducir enormemente la capacidad de tener medicamentos más asequibles, para salvar más vidas, e incrementará la capacidad de la industria farmacéutica de mantener los monopolios”. De esta forma, se consolidaría el abuso de monopolio que ha prevalecido en el régimen jurídico de propiedad industrial.
El acuerdo dificultaría el acceso a medicamentos de última generación, como los necesarios para el tratamiento de cáncer y VIH, lo que afectaría el mercado de los genéricos, cuyos precios son más baratos y en consecuencia más accesibles.
En el caso que el TPP sea aprobado, bajo el liderazgo de Estados Unidos y Japón, se evadirá gradualmente la Organización Mundial de Comercio, sometiendo la legislación interna de los países.
A partir de este acuerdo, se fortalecería el poder de las multinacionales frente a los Estados integrantes, concediéndoles poderes para negociar o dirimir conflictos ante Estados soberanos, con un trato igualitario. En este contexto, temas sustanciales como derechos humanos y laborales y medio ambiente se reducirán a un manual pragmático de “liberalización comercial” y se debilitarán aún más áreas estratégicas para los países en desarrollo, como la agricultura.
Mientras tanto, movimientos sociales de Alemania y Chile intentan demostrar sus falencias y posibles consecuencias. Importante recordar que el Acuerdo de Libre Comercio Hemisférico de las Américas (ALCA) que incluía todos los países del continente, con excepción de Cuba, fue derrotado e inesperadamente Cuba cambió su relación con Washington. Aún hay esperanza de que el TPP no sea aprobado para legitimar y privilegiar a las multinacionales en detrimento de la sociedad mundial.