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Alianza del Pacífico, un canto de sirena

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Beatriz Miranda
08 de julio de 2016 - 04:36 a. m.
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Chile recibió en Puerto Varas a los presidentes de México, Colombia y Perú en la XI Cumbre de la Alianza del Pacífico, en la cual este país asumió la presidencia protémpore. Como países observadores estuvieron Costa Rica y Argentina, lo que denota la coherencia de la política exterior del presidente Mauricio Macri, en lo que se refiere a buscar nuevas alternativas por fuera del Mercosur y de la alianza estratégica Brasil-Argentina, además del alineamiento con EE.UU.

La Alianza representa las diferentes visiones comercial, geopolítica e ideológica del Pacífico y del Atlántico.

Después del Consenso de Washington, de la imposibilidad de concretar el Área de libre Comercio Hemisférica (ALCA) y de los TLC se consolidó la Alianza del Pacífico entre Colombia, Perú, Chile y México. Además, la Alianza cuenta con el apoyo de más de 40 países, potenciales observadores o miembros formales en el futuro.

El bloque prevé la liberación de aranceles, inversiones, flujo de bienes, servicios y personas con el objetivo de acercarse al continente asiático.Si las bases militares y los TLC abrieron paso para la presencia de Estados Unidos en América Latina, se podría pensar que la Alianza del Pacífico intenta dejar atrás las experiencias de integración regional de las últimas décadas, Mercosur, Alba y sus derivados. Sin embargo, es importante mencionar que a pesar de la compleja coyuntura de los países del Mercosur, el bloque sigue siendo la quinta economía del mundo; abarca, aproximadamente, 72% del territorio de América do Sul (12,8 millones de km², equivalente a tres veces al área de la Unión Europea); 70% de la población suramericana (275 millones de habitantes) e 77% del PIB de América do Sur (US$ 3,18 trillones de dólares) y se espera la adhesión de Bolivia y Ecuador. En términos geopolíticos, la adhesión de Venezuela representó la posibilidad de una mayor inserción de Brasil en los Andes y en el Caribe, y el acceso de Venezuela al Atlántico Sur.

La Alianza del Pacífico tiene un papel de contención del movimiento político y económico regional. Analistas afirman que después de la derrota de Estados Unidos en Medio Oriente y de la creciente influencia de China, Suramérica se convertirá en un nuevo campo de batalla debido a sus recursos naturales, especialmente el agua de los 1.2 millones de kilómetros cuadrados del acuífero guaraní y sus atractivos mercados.

Si es real que los acuerdos comerciales actuales sustituyen a los anteriores pactos de seguridad, como lo predica la Ley de Comercio de Estados Unidos de 2002, se puede entender que la Alianza no escrita del Pacífico busca fracturar al Mercosur.

Vale resaltar que, a pesar de los indicadores macroeconómicos de la Alianza del Pacífico, Chiapas sigue como símbolo de un país que entró a la OCDE sin cambiar las variables estructurales del México profundo. Chile, que ingresó a ese selecto grupo debido al “éxito” de su modelo económico, ha privado a las nuevas generaciones del acceso legítimo y libre a la educación y desconoce sus minorías étnicas. Es importante recordar que tanto el Plan Colombia como la Iniciativa Mérida abrieron un nuevo ciclo de intervenciones en América Latina, justificadas por el combate contra el narcotráfico. La Alianza del Pacífico se sostiene en pactos políticos, militares y económicos tácitos no divulgados. Pareciera ser que la región una vez más será atraída por el canto de sirena que intenta “resucitar” el ALCA, dar paso a la Alianza Transpacífico y al TLC Estados Unidos-Unión Europea, fortalecido ahora con el retiro del Reino Unido.

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