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¿Amnistiar a Bolsonaro? Brasil define el rumbo de su democracia

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Beatriz Miranda
30 de septiembre de 2025 - 03:15 p. m.
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En las últimas semanas, Brasil volvió a vivir un debate que toca el corazón mismo de su vida democrática: la posibilidad de una amnistía para el expresidente Jair Bolsonaro, condenado por actos que atentaron contra el Estado democrático de derecho. La cuestión no es solo jurídica, sino también política y simbólica. Al final, conceder o negar ese perdón dirá mucho sobre el rumbo que la democracia brasileña quiere seguir.

Este debate se produce en un momento de contrastes significativos. Por un lado, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva reafirmó en la Asamblea General de la ONU el compromiso de Brasil con la democracia, la justicia social y la soberanía popular. Su discurso tuvo repercusión internacional y proyectó la imagen de un país que desea consolidar su estabilidad institucional. Por otro lado, el Congreso Nacional se enfrenta a proyectos que podrían abrir el camino a una amnistía, lo que evoca recuerdos de la transición de 1979 y provoca intensas reacciones en la sociedad civil.

La amnistía está prevista en la Constitución, pero su aplicación tiene límites claros. Para concretarse, se requeriría la aprobación legislativa e incluso podría enfrentar la revisión del Supremo Tribunal Federal, custodio de la Carta Magna. Los precedentes históricos ofrecen lecciones importantes. La Ley de Amnistía de 1979, que perdonó crímenes políticos cometidos durante la dictadura militar, aún divide opiniones. Para algunos, representó reconciliación nacional; para otros, significó impunidad frente a violaciones de derechos humanos. Reabrir esta herida en un contexto distinto podría transmitir la idea de que quien atenta contra la democracia siempre encuentra escape.

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En el plano político, la discusión polariza al país. Los defensores de la amnistía, concentrados en la base bolsonarista, la consideran un gesto de pacificación nacional. Creen que el perdón podría cerrar heridas y neutralizar tensiones. Sin embargo, las resistencias son notables: movimientos sociales, juristas, amplios sectores de la opinión pública y la propia base gubernamental rechazan lo que entienden como una “licencia para la impunidad”. En la Cámara de Diputados, el presidente Arthur Lira mostró apertura a discutir el tema, mientras que en el Senado, Rodrigo Pacheco se ha mostrado reticente a una amnistía amplia, insistiendo en el respeto a las instituciones. Estas posturas revelan que el consenso político está lejos de alcanzarse.

Los argumentos a favor de la amnistía se sostienen en la idea de reconciliación. Pero los riesgos son mucho mayores que los beneficios. Un perdón irrestricto socavaría la noción de responsabilidad democrática y enviaría al mundo la señal de que en Brasil se puede conspirar contra las instituciones sin consecuencias. Además, podría desgastar la imagen internacional del país y estimular nuevos radicalismos. Por eso gana fuerza la idea de una amnistía parcial, limitada a manifestantes de base, dejando fuera a líderes y responsables directos de los ataques más graves.

El discurso de Lula en la ONU refuerza esta visión. Al condenar represalias económicas unilaterales y subrayar la independencia de los tres poderes, el presidente defendió la soberanía brasileña y reafirmó que el respeto al Estado de derecho es condición esencial para la convivencia democrática. El eco internacional de sus palabras aumenta la responsabilidad de las instituciones internas: conceder una amnistía sin criterios claros sería visto como contradicción y debilitaría la credibilidad del país.

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En este contexto, la sociedad civil ha ocupado un lugar protagónico. Miles de personas se han manifestado en diversas ciudades contra la posibilidad de perdón. La movilización alcanzó un clímax en Río de Janeiro con el evento “O Rio sai às ruas”, organizado por Gilberto Gil, Caetano Veloso y Chico Buarque —tres íconos de la música brasileña, exiliados durante la dictadura militar— y acompañado por decenas de artistas. Con la presencia de más de 500 mil personas, el acto se convirtió en un hito cultural y político: el arte salió a las calles para recordar que la memoria democrática no puede ser borrada.

El futuro del bolsonarismo también depende de esta discusión. Una eventual amnistía podría, paradójicamente, debilitar su cohesión: entre los radicales que exigen impunidad total y los sectores más pragmáticos que buscan alternativas moderadas. El debilitamiento de Bolsonaro como figura competitiva abre espacio para nuevas disputas en la derecha y puede redefinir el mapa electoral hacia 2026.

De este modo, tres escenarios se perfilan como plausibles:

  1. Una amnistía amplia e irrestricta —poco probable, dada la resistencia social e institucional.
  2. Una amnistía parcial —limitada a los casos de menor gravedad.
  3. El rechazo o la parálisis del proyecto —ya sea en el Senado o mediante la intervención del Supremo Tribunal Federal.

El debate sobre la amnistía de Bolsonaro trasciende la figura del expresidente. Lo que está en juego es el propio destino de la democracia brasileña: ¿será capaz de afirmarse como un espacio de responsabilidad o cederá a la tentación de una pacificación aparente?

La verdadera reconciliación no se construye sobre el olvido, sino sobre la justicia. Amnistiar sin criterios sería repetir errores históricos que aún pesan sobre la memoria nacional. Hoy, Brasil tiene la oportunidad de mostrar al mundo que ha madurado: que es posible mirar hacia adelante sin abdicar de la verdad, la justicia y la democracia.

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SÓTERO(26571)02 de octubre de 2025 - 04:27 a. m.
Le faltó referirse a la odiosa e imperdonable incidencia del gobierno gringo a través de los aranceles.
Juan Montoya(cnp52)01 de octubre de 2025 - 10:10 a. m.
¿Si no existieran las malas causas que podria defender Atenas?
Álamo(88990)01 de octubre de 2025 - 02:24 a. m.
Qué necesaria esta mirada, aquí, ahora, justo cuando los condenados se mueven como peces haciendo "agua" la política.
Tomas 11(06010)01 de octubre de 2025 - 12:25 a. m.
Buen y objetivo análisis.
Alberto Rincón Cerón(3788)30 de septiembre de 2025 - 11:26 p. m.
Muy acertado análisis, gracias.
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