En sus cinco meses de gobierno, Mauricio Macri ha puesto en marcha una serie de medidas que han llevado a segmentos de la población argentina a las calles para protestar. Macri ha provocado inquietudes tanto en la oposición como en los partidos más conservadores, pues ha tomado decisiones que ratifican la mano dura de su gobierno.
Firmó decretos de necesidad y urgencia (DNU), luego suspendió a más de 20.000 empleados estatales; reprimió protestas en las calles y encarceló a la dirigente Milagro Salá, y parece dispuesto a seguir con los despidos masivos. Según registró un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), entre diciembre de 2015 y marzo de este año hubo 141.542 despidos. Además pretende reforzar la lucha contra el narcotráfico en los barrios populares, ha nombrado jueces en la Corte y, al contrario de su antecesora, decidió negociar con los acreedores de los fondos buitres, lo que significa contraer nuevos préstamos e hipotecar el crecimiento.
Todo esto ocurre en un contexto macroeconómico preocupante, debido el alza de la inflación y la devaluación del peso. Las medidas económicas de Macri fueron elogiadas por las instituciones internacionales de crédito, pero muy criticadas por diversos sectores nacionales. El viernes, 350.000 argentinos se reunieron en Buenos Aires para conmemorar el Día de los Trabajadores. Cinco centrales obreras, después de 25 años de distanciamiento, demostraron en las calles un enorme poder de movilización y que podrán catalizar la inconformidad de algunos segmentos de la población.
Las visitas presidenciales de Francia, Italia y EE. UU. son indicios claros de que Macri intenta restablecer alianzas extrarregionales para diversificar la inserción internacional de Argentina y liderar el realineamiento continental. ¿Podrá Macri seguir adelante o lo detendrán? A pesar de su audacia y de tantas medidas tomadas en tan corto tiempo, tiene minoría en el Congreso y pareciera que por medio de las centrales obreras se empieza a oír la voz de las calles. Al parecer, parte de la población no está dispuesta a pagar el precio por el retorno a la “normalidad” y a “la credibilidad”.
* Profesora U. Externado.