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La destitución de Dilma Rousseff por vía parlamentaria, a pesar de su manto de legalidad, es interrupción del orden democrático. Sin debate político ya se habla de futuros ministros, etc. Como si nada estuviera pasando.
Cuanto más pasan las horas, más claro está que la destitución de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, es inevitable. Ahora se asiste a la disputa por los votos en el Senado, liderada por la oposición. Proceso que debe provocar cambios en la geopolítica regional.
La semana pasada, el vicepresidente, Michel Temer, se reunió con empresarios en Foz de Iguazú, frontera con Argentina y Paraguay, centro geográfico del Mercosur, en el estado de Paraná, tierra del juez Sergio Moro y en donde la presidenta Dilma Rousseff perdió en las últimas elecciones. La voz de Temer, citado en distintas ocasiones en la operación Lava-Jato, suscita una especial atención del empresariado brasileño y del capital financiero internacional. Da la impresión de que finalmente Brasil retornará a la más perfecta normalidad y desregulación para sus inversiones. Nombres de posibles ministros ya son susurrados en los pasillos del poder en Brasilia, o sea, lo que ocurra de ahora en adelante es apenas un trámite. La destitución de Rousseff, por la vía parlamentaria, ya es un hecho.
En un debate político casi inexistente, Brasil marcha hacia la incertidumbre y pocos han pensado en lo que viene. Este proceso de destitución de Rousseff ha sido largo y solitario. Empezó después de su ajustada victoria en las últimas elecciones, pero su caída libre se dio cuando, en un cálculo equivocado, la mandataria nombró a Temer como articulador de su gobierno. Desde entonces, el vicepresidente se tornó uno de los líderes del impeachment.
Michel Temer estaría dispuesto a rendirse al mismo canto de sirena del presidente de Argentina, Mauricio Macri. Si todo sale como la oposición espera, la geopolítica suramericana será redireccionada, al más alto estilo de los mandatarios obsecuentes al G7, Davos, OCDE, FMI y Banco Mundial. Parece inevitable la reapertura de un nuevo ciclo de deuda externa para “salvar” a las economías latinoamericanas y devolverles la credibilidad.
En medio de esta compleja crisis, el 26 de marzo Mercosur cumplió 25 años, tiempo en que pasó a ser considerado como una política de Estado y no de gobierno por sus socios fundadores: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, y sobrevivió a innumerables desafíos. Mercosur ha demostrado un gran compromiso con la estabilidad política y con la preservación de la democracia en la región. Sin el Mercosur no hubiera sido posible plantear la construcción de un espacio político y económico regional, con fuerte énfasis en la democracia social.
El Protocolo de Ushuaia, firmado en 1998, establece que la vigencia de las instituciones democráticas es condición para el desarrollo de los procesos de integración. La ruptura del orden democrático en uno de los Estados partes dará lugar a la aplicación de los procedimientos establecidos .Similar a lo que ocurrió en Paraguay con Fernando Lugo, la destitución de la presidenta Rousseff por vía parlamentaria, a pesar de su manto de legalidad, denota interrupción del orden democrático. Entonces, ¿tendrán los países del Mercosur fuerza suficiente para sancionar uno de sus fundadores e importante socio comercial?
El presidente argentino Mauricio Macri, que ha defendido la salida de Venezuela del Mercosur por medio de la aplicación de la cláusula democrática, ¿levantará la voz en contra del Brasil de Michel Temer? Voces brasileñas alrededor del mundo se han levantado en defensa de la democracia. La OEA, Unasur, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos han cuestionado la legitimidad del proceso de impeachment.
La suspensión temporal de Brasil del Mercosur, a partir de la destitución de la Rousseff, abriría el camino que la oposición sueña. En este sentido, la política exterior de Brasil podrá ser sustituida por tratados de libre comercio, que fracturarán el Mercosur, la Unasur y la Celac, así como los Brics –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica–, lo que aplazará de la agenda internacional la posibilidad de la construcción de un mundo multilateral, menos hegemónico.
.¿Quién dijo que sería conveniente que Brasil –séptima economía del mundo– tuviera un proyecto autónomo vinculado a los Brics y fuera el socio comercial más importante de China en la región? Los Brics hacen contraposición a la OTAN, poseen recursos estratégicos como el petróleo en Brasil y Rusia, armas atómicas en India, China y Rusia, demografías significativas, potencial industrial y dinámico mercado interno.
Así como el Mercosur y los Brics, el control estatal del petróleo brasileño también atenta contra los grandes intereses privados. Los escándalos de corrupción en Petrobras han opacado las importantes reservas de petróleo descubiertas en 2007, denominadas Pre-Sal. Un posible gobierno de Michel Temer podría profundizar la quiebra del monopolio estatal, iniciado por el expresidente Fernando Henrique Cardoso y anular la posibilidad de que el Pre-Sal, creado en 2010, sea destinado a la educación y a la salud, como estaba previsto.
En el gobierno de Michel Temer podrá existir una inversión de valores: Mercosur sobre todo comercial y “subasta” del Pre-Sal a precios bajos, mediante la privatización. Está por verse si el Mercosur está hecho a la medida del interés empresarial o de la democracia.
* Profesora U. Externado
