En los últimos meses Brasil, como un equilibrista de larga experiencia, intenta superar la crisis económica y política que parece no tener fin.
Los principales motivos que hicieron que Brasil conquistara las metas establecidas por la ONU fueron “la prioridad política concedida a la agenda de erradicación del hambre y de la desnutrición, el compromiso con la protección social consolidado por medio de programas de transferencia de renta, el crecimiento económico y el fomento de la producción agrícola por medio de compras estatales”. En la apertura de la reunión, el expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva enfatizó la importancia de que las políticas contra el hambre y la pobreza no sean políticas de partido sino de Estado.
La FAO reconoció el inmenso esfuerzo de los países latinoamericanos y caribeños en la lucha contra el hambre mediante la iniciativa América Latina y Caribe Sin Hambre, adoptada por todos los países de la región a partir de 2005. En este contexto, la FAO y China firmaron un acuerdo de 50 millones de dólares con el fin de “establecer sistemas alimentarios sostenibles y crear cadenas de valor agrícola incluyentes”. China ha logrado sacar del hambre crónica 138 millones de habitantes desde 1990, lo que la convierte en una pieza clave en el marco de la cooperación Sur-Sur.