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Brasil y la ilusión de un golpe de Estado

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Beatriz Miranda
09 de enero de 2023 - 04:01 p. m.
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En las últimas horas, Brasil vivió una de las mayores afrentas a su historia republicana. Ataques vandálicos al Palacio del Planalto, al Congreso y al Supremo Tribunal Federal llevaron a cabo un intento de Golpe de Estado tras solo ocho días de la toma de posesión del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. La invasión de la Plaza de los Tres Poderes es un atentado contra la democracia brasileña, el poder público y el patrimonio cultural.

Una población indignada fue sorprendida por estos actos de violencia y por la actuación de esos militantes que, desde hace tiempo, habitan un universo digital y paralelo, protagonizado por el expresidente Jair Bolsonaro y sus aliados, por medio de la acción y de la omisión, sin tregua.

En vísperas de las elecciones presidenciales, Brasil era el retrato de un país polarizado y el reflejo del extremismo ideológico fomentado por el presidente Bolsonaro en sus cuatro años de gobierno, a partir de una perspectiva superficial y limitada del país y del mundo.

En las últimas horas, se puede concluir una vez más que el bolsonarismo sigue siendo un movimiento político cohesionado y que ha superado al expresidente. Tiene una base popular fuerte, conformado por empresarios, representantes del agronegocio, de las iglesias evangélicas e integrantes de las milicias urbanas. ¡Una bomba reloj que deberá ser desactivada!

El intento de golpe de estado en Brasil evidencia la ideologización y contaminación de las fuerzas de seguridad. Ante los hechos, innumerables interrogantes: ¿cómo, en un país con un sistema de inteligencia eficiente y respetable, no detectaron con efectividad la organización de este movimiento, la llegada de los buses a Brasilia? ¿Quién lo orquestó? ¿Quién lo financió? ¿A quién le interesa la creación de un caos político en Brasil? ¿A nombre de quién actúan ellos? ¿Qué tipo de alianzas hay entre los líderes de este movimiento y la extrema derecha internacional?

¡El 8 de enero nada más es que la crónica de un golpe anunciado! Estos movimientos empezaron mucho antes de los comicios presidenciales. El presidente Bolsonaro puso en tela de juicio el proceso electoral, la legitimidad de la urna electrónica y afirmó repetidas veces que no aceptaría la victoria de su contrincante. El 7 de septiembre de 2021, hizo una crítica explícita al Supremo Tribunal Federal. El 7 de septiembre de 2022, la celebración del bicentenario de la independencia fue utilizado por el mandatario para demostrar la fuerza del bolsonarismo en la antesala a las elecciones presidenciales.

Hace tiempo ya se sabía de la existencia del gabinete del odio, estimulado y financiado por una oposición inconforme con los posibles resultados electorales y la pérdida de privilegios.

El 12 de diciembre, un día antes de la ceremonia de entrega del diploma de presidente electo al presidente Lula en el Supremo Tribunal Electoral, en Brasilia, fueron registrados actos vandálicos. Y así llegamos al 8 de enero.

El silencio cómplice del excapitán Bolsonaro y del procurador general de la Unión, Augusto Aras, da indicios de que “El capitolio Tropical” fue orquestado desde Miami, en donde se encuentran el expresidente Jair Bolsonaro y el exsecretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, Anderson Torres.

Es importante mencionar que hay una industria bélica digital que sostiene el bolsonarismo incluso antes de su llegada al poder. No se puede decir que todos los bolsonaristas apoyaron esos actos vandálicos ocurridos en Brasilia, sería injusto; no obstante, se puede afirmar que hay segmentos importantes del bolsonarismo que actúan como feligreses, profesando una fe y una devoción al expresidente Jair Bolsonaro, que están dispuestos a defender sus principios y valores antidemocráticos y que sueñan con su regreso al Palacio del Planalto sin importar cómo.

Las imágenes de depredación del patrimonio público en el Congreso Nacional, Palacio del Planalto y Supremo Tribunal Federal hablan por sí solas. En un acto de ceguera colectiva, financiados por seguidores del expresidente Bolsonaro, vimos un intento de destrucción de la historia nacional: documentos, obras de arte, fotos de los expresidentes son un reflejo de la barbarie contra la historia democrática del país, recordando que cuando las dictaduras golpean nuestras puertas, lo primero que intentan destruir es la cultura, los símbolos identitarios y la intelectualidad. Al ver dañadas obras de Di Cavalcanti y Cándido Portinari, representantes del Modernismo brasileño, Brasil lloró.

Brasilia, la ciudad de la Alborada, construida por el Presidente Juscelino Kubitscheck, Oscar Niemeyer y Lucio Costa. En 1956, JK así la visualizó: “De este Planalto Central, de esta soledad que en breve se transformará en cerebro de las más altas decisiones nacionales, yergo los ojos una vez más sobre el mañana de mi país y preveo esta alborada, con fe inquebrantable y una confianza sin límites en su gran destino”.

Desfilan entre nuestros recuerdos Tancredo Neves y Ulisses Guimarães, los padres de la redemocratización. Al fondo resuenan dos himnos en pro de la libertad y de la democracia: Coração de estudante, de Milton Nascimento, y Menestrel das Alagoas, de Fernado Brant e Milton Nascimento.

Ante los hechos violentos, ¡Qué dolor de patria!

Acto seguido, el presidente Lula nombró como interventor del Distrito Federal a Ricardo Cappelli. En la madrugada, el ministro del Supremo Tribunal, Alexandre de Moraes, destituyó del cargo al Gobernador del Distrito Federal Ibaneis Rocha. Más de 400 personas ya fueron encarceladas, todos los manifestantes están siendo retirados y el Supremo Tribunal Federal ordenó la desocupación en el área de los cuarteles.

Después del atentado y del vandalismo, Brasil emerge más fuerte, más unido; el tiro salió por la culata. El Golpe de Estado fue una ilusión bolsonarista, el Capitolio Tropical falló. La democracia brasileña, así como la alborada de Brasilia, resurgió más fuerte. La solidaridad internacional con Brasil y el pueblo brasileño fue una realidad. Brasil volvió para quedarse y la reconstrucción de puentes bilaterales y multilaterales será una de las principales tareas del canciller Mauro Vieira.

No obstante, lo que pasó en Brasil ayer no deberá ser visto como un hecho aislado. El Capitolio Tropical fue perpetrado por brasileños, pero siempre, tras bastidores están las sombras oscuras de los que a capa y espada buscan la consecución de sus intereses. Si se cae Brasil, se desploma un gigante, ocasionando en la región un efecto dominó, que, sin duda, impactará la geopolítica regional y mundial.

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