En los últimos días, Chile ha dado muestras de que no está tan lejos de los problemas que afligen a sus vecinos en América del Sur.
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Después de escándalos de corrupción que involucraron familiares cercanos a la presidenta Michelle, Bachelet, la muerte de dos estudiantes en Valparaíso durante una protesta estudiantil que pedía una mayor participación en la reforma educativa, cuestiona no solo el gobierno actual, sino también al “exitoso” modelo chileno.
Segmentos significativos de la sociedad chilena han reivindicado el cese de las privatizaciones, la condena a los militares responsables por crímenes de lesa humanidad, una educación pública de calidad y la inclusión de los pueblos originarios mapuches. Pareciera ser que gran parte de la población chilena está extenuada ante la la dictadura macroeconómica, la sobrevalorización del mercado, la desnacionalización del cobre y el sobredimensionado financiamiento de las fuerzas militares y policíacas.
En el gobierno del expresidente Sebastián Piñeda, Camila Vallejo, una joven de 24 años, dio dado cara y espíritu al movimiento estudiantil que se tomó las principales avenidas de Santiago para evidenciar que los jóvenes de la generación posPinochet “no eran apáticos, ni apolíticos ni individualistas”. La inteligencia, el carisma y el liderazgo de esa militante del partido comunista hizo tambalear dicho gobierno.
Cuando se empiezan a consolidar alianzas políticas en busca de la reelección de la presidenta Michelle Bachelet, la aproximación y la actuación de Camila Vallejo fue considerada importante para atraer los miles de jóvenes que creían en su líder.
Los ejes del programa de gobierno presentados por Bachelet fueron una reforma Tributaria —que incrementaría los impuestos a las grandes empresas de un 20% a 25% —, lo que a su vez, contribuiría para la realización de una reforma educativa con el fin de ampliar la educación gratuita al 70% del sector más pobre de la población, además de la elaboración de una nueva Constitución.
La propuesta de reforma educativa ya está en el Congreso. Esta incluye 28% de aumento en el salario de los docentes y evaluación de desempeño.
La consternación por la muerte de los dos estudiantes en Valparaíso se hizo sentir en todo el país. En una pancarta una frase que puede resumir la situación de la educación en Chile: “La educación está enferma de mercado, luchar es el remedio”.
¿Será que este modelo “exitoso” de Chile es lo que desean las nuevas y viejas fuerzas políticas de América Latina? En este país la educación se ha convertido en un factor más de desigualdad, la inclusión no aparece en el orden del día y el Estado transfirió al mercado la responsabilidad de crear una educación funcional.
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