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Daniel Ortega, 20 años

Beatriz Miranda

09 de noviembre de 2021 - 12:05 a. m.

Daniel Ortega llega al poder como uno de los líderes protagónicos del Frente Sandinista que luchó contra la dictadura de Somoza en los años 80. Sin embargo, en el transcurso del tiempo ha demostrado gran habilidad para cooptar y personalizar el poder, enriquecerse rápidamente y volverse cada vez más autoritario.

Opinión
Foto: El Espectador
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“No tengo en donde vivir. Elegí las palabras”, Gioconda Belli, poeta y novelista nicaragüense.

El domingo, Nicaragua vivió una carrera electoral en la cual el presidente Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, fueron los protagonistas. Los nicaragüenses debían escoger el presidente, 92 representantes de la Asamblea Nacional y 20 representantes para el Parlamento Centroamericano, sin la presencia de observadores internacionales. Polémicas elecciones que desvirtúan la democracia y evidencian la vulnerabilidad de los pueblos cuando los caudillos suben al poder

Una Nicaragua reprimida y dividida se manifestó en las encuestas hechas en los últimos días por Gallup: 72 % de los encuestados consideran la reelección de Ortega ilegítima y 22 % legítima. Fundamental recordar que este sería su tercer mandato consecutivo y, si todo sale como se cree, él cumpliría 20 años en el poder.

Aunque haya logrado altos niveles de popularidad entre los años 2007 y 2018 debido a la reducción de la pobreza y un crecimiento sostenido del 4 % anual hasta 2017, según datos del Banco Mundial, sus principales estrategias en los últimos años para mantenerse en el poder han sido la invalidación de la oposición, la represión y el encarcelamiento de sus opositores, lo que, de alguna, forma es bastante paradójico.

Daniel Ortega llega al poder como uno de los líderes protagónicos del Frente Sandinista que luchó contra la dictadura de Somoza en los años 80. Sin embargo, en el transcurso del tiempo ha demostrado gran habilidad para cooptar y personalizar el poder, enriquecerse rápidamente y volverse cada vez más autoritario. Sus opositores más vehementes dicen que hoy Ortega controla el Ejército, la Policía, el poder Judicial y el Tribunal Supremo Electoral y que, además, tiene a su disposición a grupos paramilitares y acalla la prensa y la voz de los disidentes. Incluso, hay analistas que dicen que después de esta victoria es probable que Nicaragua se transforme en un país con un partido único.

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Los niveles de descontento de algunos segmentos de la población con relación al mandato de Ortega empiezan a ser más explícitos en 2018 cuando campesinos y estudiantes salen a las calles a protestar debido a algunas reformas sociales del gobierno. En aquella ocasión Ortega y sus aliados declararon que las protestas habían sido un intento de golpe de Estado orquestado por Estados Unidos y la Iglesia Católica. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos registró 328 fallecidos.

Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y la Organización de los Estados Americanos han manifestado preocupación por Nicaragua y sus últimas elecciones y abogan por elecciones libres y transparentes, pues se calcula que en la Nicaragua de Ortega hay 150 presos políticos, incluyendo todos los candidatos presidenciales de la oposición.

Desde finales de septiembre, Washington intenta establecer un mecanismo que aumente la presión sobre Ortega y su régimen. El 21 de septiembre se realizó una reunión en el Comité de Asuntos Externos del Congreso de Estados Unidos y Nicaragua fue uno de los temas. Según los participantes, hay que presionar el gobierno de Ortega “por medio de una guerra híbrida”.

Se revisará la participación de Nicaragua en el Acuerdo de Libre Comercio con Estados Unidos y República Dominicana, y habrá mayor vigilancia sobre instituciones internacionales que decidan invertir en Nicaragua.

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Además de todo, Estados Unidos critica la fuerte actuación de Rusia en el contexto interno de Nicaragua, ya explicitada en un Informe de Inteligencia de Estados Unidos en 2019.

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Según los últimos boletines, hubo participación de 65 % de la población, en un país en donde el voto no es obligatorio. Ortega venció en las elecciones y comienza su cuarto mandato, teniendo como vice a su esposa Rosario. Aunque la economía nicaragüense haya sufrido una contracción de alrededor del 9 %, las remesas y la cooperación con Venezuela seguirán y Daniel Ortega seguirá siendo el hombre más rico del país. Pareciera ser que América Latina está destinada a ser gobernada por caudillos, independientemente de sus matices ideológicos, lo que no resta la responsabilidad de los pueblos en su destino histórico.

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