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Markus Rind, director artístico de la Sinfónica de Dresde, decidió protestar contra “el hermoso” muro de Trump con un concierto en la frontera entre Estados Unidos y México. Uno de sus primeros desafíos fue trasladar los músicos desde el río Elba hasta Tijuana para la realización del evento, cuyo sello fue la diversidad artística: géneros musicales, teatro, lectura de poesía, tertulia, teatro y circo.
El 3 de junio, en el parque de la Amistad, la Música y el Arte, bajo la batuta de Rindt, se convirtió en un instrumento de activismo político en contra de la discriminación, la xenofobia, los nacionalismos y los tantos muros mentales y materiales del mundo.
La fecha escogida tiene un fuerte simbolismo, ya que hace 30 años, en este mismo día, el presidente Ronald Reagan pronunció un discurso al lado del muro de Berlín en el que profirió la legendaria frase: “Señor Gorbachov, derrumbe este muro”. Dos años después caía el muro de Berlín, símbolo de la Guerra Fría.
El director convocó a la población de los dos lados de la frontera para participar en este evento cuya propuesta era protestar contra el muro de Trump y todas las barreras en el mundo.
Rindt contó que su primera experiencia con conciertos similares ocurrió en Berlín en 2015, para recordar el centenario del genocidio armenio cometido por el imperio turco-otomano, lo que provocó protestas de Ankara. Detrás del idealismo y la creencia de Rindt en el poder de la cultura para derrumbar fronteras y promover la paz está su propia historia y el impacto del muro de Berlín en su formación.
Según Rindt, el “concierto no sólo alude al muro entre Estados Unidos y México, sino a otros muros que existen en el mundo. Queremos manifestar nuestro rechazo a que los países levanten muros para resolver problemas, que se protejan con muros de los refugiados que no tienen otra alternativa que salir de sus países y pedir asilo en otros lugares. Esos derechos son tratados con los pies”.
Durante cinco horas, la orquesta de Dresde derrumbó la frontera entre los dos países, logrando la asistencia de cerca de 2.000 personas. Participaron la cantante guatemalteca Sara Curruchich, la Orquesta Juvenil de Tijuana, el grupo Pucha Lucha, Tijuana No, Coral MacFarland & Band y Lengua Alerta.
La Orquesta Sinfónica se despidió con el tema Beyond, de Wieland Reissmann, que refleja la situación de los migrantes afectados por las barreras humanas. El concierto, programado para ambos lados de la frontera Tijuana-San Diego, sólo ocurrió del lado mexicano. Una semana antes, a los músicos estadounidenses las autoridades de su país les negaron el permiso alegando motivos de seguridad y “por ser una zona protegida en donde especies de aves suelen empollar”.
Una vez más se demuestra, “sin querer queriendo”, que Estados Unidos no es tan libre como parece y que la libertad de mercado no incluye movilidad humana.
* Profesora U. Externado.
