Entre las mil y una diabluras del presidente Chávez, Telesur surgió como una propuesta alternativa a los medios de comunicación hegemónicos en Venezuela, y de pronto, contra viento y marea, este canal ha llegado a los lugares más lejanos del continente y cuenta con intérpretes dispuestos a descifrar el mundo desde otro punto de vista, una tarea titánica, desde luego.
En Venezuela, el enfrentamiento entre los canales privados y el Gobierno se tornó evidente en el intento de golpe de Estado de 2002 y en la huelga general ocurrida entre diciembre de 2002 y febrero de 2003. En ambas ocasiones esos medios de comunicación apoyaron abiertamente a los segmentos más radicales de la oposición. Una de las primera acciones de Pedro Carmona durante el gobierno de facto que duró 48 horas fue reunirse, después del golpe, con propietarios y ejecutivos de los principales medios de comunicación comerciales para coordinar una estrategia de apoyo.
Esta estrategia consistía en invisibilizar todos los movimientos y manifestaciones públicas que estaban ocurriendo en el país para el regreso del presidente Chávez al poder y en legitimar a Pedro Carmona como gobernante. A finales de 2002, durante la huelga general contra el Gobierno Nacional, los principales medios de comunicación, sobre todo las estaciones de radio y televisión, garantizaron espacios gratuitos para la propaganda de la oposición. A partir de ahí se nota que los medios privados se convirtieron en un elemento indispensable para la oposición al régimen y el gobierno del presidente Hugo Chávez empezó a apoyar a los medios comunitarios y alternativos, como por ejemplo la Radio Nacional y Venezuela de Televisión.
En este escenario surgió Telesur. Apareció tímidamente, pero con una identidad fuerte. Su norte era el Sur. Desde el principio nació estigmatizada por los medios de comunicación tradicionales, pues, como bien señaló el historiador británico Eric Hobsbawm, “la historia nunca es contada desde el punto de vista de los perdedores”.
El 24 de julio de 2005 el presidente Hugo Chávez, apoyado por un consejo de asesores conformado, entre otros, por Adolfo Pérez Esquivel, Danny Glover, Eduardo Galeano, Ignacio Ramonet y Tariq Ali, creó Telesur.
Durante una década, seguir la programación de Telesur era declararse chavista, ser adepto del socialismo del siglo XXI, liderado por un presidente Chávez que hizo su apuesta por “jugar con el globo”, proyecto desafiante que durante mucho tiempo fue sostenido por el surreal valor del barril de petróleo.
En la Venezuela de Telesur “operan 2.896 medios, de los cuales sólo 3,22% son de servicio público, 20,76% son comunitarios y 65,18%, aproximadamente 2.332, son privados”, realidad que se extiende desde el sur del río Bravo hasta la Patagonia. Parafraseando al embajador brasileño Antonio Simões, en su libro Integración: sueño y realidad en Suramérica: “nuestros países han tenido que hacer frente no sólo al legado tangible de la colonización y la dependencia externa (…) sino también a la colonización de las mentes y espíritus”.
En los diez años de Telesur ha aparecido en la pantalla una voz y un canto más real y más solidario de los pueblos latinoamericanos. Telesur nos ha ayudado a vernos más… empezamos a cambiar de canal.
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Entre las mil y una diabluras del presidente Chávez, Telesur surgió como una propuesta alternativa a los medios de comunicación hegemónicos en Venezuela, y de pronto, contra viento y marea, este canal ha llegado a los lugares más lejanos del continente y cuenta con intérpretes dispuestos a descifrar el mundo desde otro punto de vista, una tarea titánica, desde luego.
En Venezuela, el enfrentamiento entre los canales privados y el Gobierno se tornó evidente en el intento de golpe de Estado de 2002 y en la huelga general ocurrida entre diciembre de 2002 y febrero de 2003. En ambas ocasiones esos medios de comunicación apoyaron abiertamente a los segmentos más radicales de la oposición. Una de las primera acciones de Pedro Carmona durante el gobierno de facto que duró 48 horas fue reunirse, después del golpe, con propietarios y ejecutivos de los principales medios de comunicación comerciales para coordinar una estrategia de apoyo.
Esta estrategia consistía en invisibilizar todos los movimientos y manifestaciones públicas que estaban ocurriendo en el país para el regreso del presidente Chávez al poder y en legitimar a Pedro Carmona como gobernante. A finales de 2002, durante la huelga general contra el Gobierno Nacional, los principales medios de comunicación, sobre todo las estaciones de radio y televisión, garantizaron espacios gratuitos para la propaganda de la oposición. A partir de ahí se nota que los medios privados se convirtieron en un elemento indispensable para la oposición al régimen y el gobierno del presidente Hugo Chávez empezó a apoyar a los medios comunitarios y alternativos, como por ejemplo la Radio Nacional y Venezuela de Televisión.
En este escenario surgió Telesur. Apareció tímidamente, pero con una identidad fuerte. Su norte era el Sur. Desde el principio nació estigmatizada por los medios de comunicación tradicionales, pues, como bien señaló el historiador británico Eric Hobsbawm, “la historia nunca es contada desde el punto de vista de los perdedores”.
El 24 de julio de 2005 el presidente Hugo Chávez, apoyado por un consejo de asesores conformado, entre otros, por Adolfo Pérez Esquivel, Danny Glover, Eduardo Galeano, Ignacio Ramonet y Tariq Ali, creó Telesur.
Durante una década, seguir la programación de Telesur era declararse chavista, ser adepto del socialismo del siglo XXI, liderado por un presidente Chávez que hizo su apuesta por “jugar con el globo”, proyecto desafiante que durante mucho tiempo fue sostenido por el surreal valor del barril de petróleo.
En la Venezuela de Telesur “operan 2.896 medios, de los cuales sólo 3,22% son de servicio público, 20,76% son comunitarios y 65,18%, aproximadamente 2.332, son privados”, realidad que se extiende desde el sur del río Bravo hasta la Patagonia. Parafraseando al embajador brasileño Antonio Simões, en su libro Integración: sueño y realidad en Suramérica: “nuestros países han tenido que hacer frente no sólo al legado tangible de la colonización y la dependencia externa (…) sino también a la colonización de las mentes y espíritus”.
En los diez años de Telesur ha aparecido en la pantalla una voz y un canto más real y más solidario de los pueblos latinoamericanos. Telesur nos ha ayudado a vernos más… empezamos a cambiar de canal.
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