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El encuentro entre los expresidentes brasileños Fernando Henrique Cardoso y Luis Inácio Lula da Silva podría derivar en una alianza fuerte contra Bolsonaro para las elecciones de 2022.

En un Brasil que afronta diversos desafíos: desgobierno, pandemia, desempleo, alto costo de vida y escenario preelectoral, el encuentro entre los dos expresidentes pareciera ser una luz al fin del túnel y una alianza en pro de la democracia brasileña. Aunque los dos expresidentes sean de partidos distintos, PSDB y PT, respectivamente, ya estuvieron juntos en distintas ocasiones relevantes del país. Hacía rato que algunos segmentos de la sociedad brasileña clamaban por este encuentro. ¡Brasil definitivamente lo necesitaba!
¿Será que este encuentro originará un frente amplio en contra del bolsonarismo en las elecciones de 2022?
De un lado, el intelectual presidente, el coautor de la “Teoría de la Dependencia”, el que tiene perfil de estadista, el diplomático, el autor del Plan Real, plan de estabilidad macroeconómico del país, el que rescató la credibilidad internacional de Brasil, y del otro lado el carismático Lula, buen interlocutor, el político innato, el buen negociador capaz de hablar con griegos y troyanos, el que sacó el país del mapa del hambre, el que combatió la desigualdad, que al lado del ex ministro de Relaciones Exteriores Celso Amorim protagonizó una política exterior activa y soberana y el que, hasta el momento, lidera las intenciones de voto para 2022.
En una foto de los dos, el retrato de los muchos brasiles: complejos, contradictorios, desafiadores, pulsantes, diversos y encantadores. Sin embargo, a pesar de las diferencias entre esos brasiles y de las brechas existentes entre ellos, todos, sin excepción, necesitan de líderes sensatos y con un proyecto de país no solo para construir escenarios para las elecciones de 2022, sino también para disminuir la inmensa polarización política, social, racial y regional que se instaló en el país desde hace algunos años.
El encuentro entre los dos presidentes ocurrió con la intermediación de Nelson Jobim, exministro de Fernando Henrique Cardoso y que en el gobierno de Lula se desempeñó como ministro de Defensa y exministro del Supremo Tribunal Federal (STF). Desde finales de los años 70, en plena dictadura militar brasileña, Lula respaldó la elección de FHC para senador en 1978. En aquel momento, el eslogan de su campaña era: “Brasil de nuevo para el pueblo. Para senador Fernando Henrique Cardoso”.
Históricamente, los dos ya estuvieron luchando juntos por las grandes causas nacionales: militaron contra la dictadura militar, fueron voceros de las “Directas Ya”, cuando los brasileños se tomaron las calles para rescatar el derecho de votar para presidente. En 1989, Fernando Henrique Cardoso apoyó la candidatura de Lula a la presidencia. En 1994 y 1998 disputaron las elecciones presidenciales, las cuales resultaron en dos victorias sucesivas de Fernando Henrique Cardoso. En 2003, FHC deja la presidencia y Lula gobierna Brasil por ocho años. En momentos personales difíciles, los dos dejaron las divergencias políticas a un lado y actuaron con civilidad y respeto. A pesar de que Cardoso fue un crítico contundente del gobierno de Dilma Rousseff, todo esto parece ser aguas pasadas y en 2021, un frente amplio para salvar Brasil de sí mismo es más que necesario.
En las últimas horas, las protestas se tomaron las calles de las principales ciudades brasileñas. La Avenida Paulista, en São Paulo, fue inundada por un mar de gente que clamaba por el impeachment de Jair Bolsonaro, más vacunas, el incremento del valor y del plazo del auxilio concedido durante la pandemia.
En 2016, el gobierno y los partidos aliados subestimaron la voz de las calles, el movimiento de los jóvenes y la nueva y difusa protesta convocada por medio de las redes sociales. Cuando se despertaron, ya era tarde: Brasil estaba en un callejón histórico que contribuyó a llevar, de forma democrática, a Jair Bolsonaro al poder. Ahora muchos se preguntan qué hacer para librar a Brasil del mandatario.
Tal vez este diálogo reciente de los expresidentes empiece a despejar el camino. Sin embargo, del dicho al hecho falta bastante camino.
Que esta alianza atraiga a otros líderes para repensar el país más allá de las elecciones de 2022 pues, aunque digan que no, están en juego la democracia duramente reconquistada, los logros sociales, el patrimonio nacional, la Amazonia, las poblaciones ancestrales y en gran medida la relación de Brasil con la región y el mundo.
Hay que creer que Brasil es mayor que este difícil lapso histórico.
Profesora Universidad Externado de Colombia.
