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La caída de Rajoy y Venezuela

Beatriz Miranda

04 de junio de 2018 - 09:00 p. m.

Para nadie es un secreto que el expresidente del gobierno español Mariano Rajoy era un fuerte opositor del régimen de Caracas y un crítico desbordado de Nicolás Maduro. Hace unos meses, después de una reunión con Julio Borges y Antonio Ledezma, el mandatario español afirmó con seguridad que España tendría un “papel relevante en la salida a la crisis de Venezuela”.

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En España se estableció uno de los ejes internacionales más importantes para denunciar y emprender campañas en contra del chavismo y del socialismo del siglo XXI, sobre todo después de la muerte del presidente Hugo Chávez.

A pesar de su debilidad y fragmentación, la oposición venezolana clásica logró desde España dar duros golpes al gobierno venezolano. Los principales y más efectivos fueron la campaña de Lilian Tintori para la libertad de Leopoldo López, Julio Borges hizo un llamado internacional para poner en marcha un bloqueo económico y Antonio Ledezma, luego de que el gobierno español le concediera asilo político, solicitó intervención humanitaria como estrategia nuclear de la oposición. En los últimos días, el presidente Mariano Rajoy había reiterado no reconocer las elecciones presidenciales realizadas en Venezuela y adelantado gestiones en la Unión Europea para incrementar sanciones contra este país. A pesar de que su mandato fue puesto en juicio y que desde el retorno de la democracia en España es la primera vez que un presidente es depuesto, Rajoy significaba para la oposición venezolana un líder que había izado bandera contra la violación de los derechos humanos y la crisis humanitaria en Venezuela, con el objetivo de aislarla cada vez más hasta volverla rehén de sus propias decisiones y de los caminos escogidos en los últimos años, sobre todo aquellos que denotan un evidente déficit democrático. La sorpresiva caída de Rajoy por las evidencias de acciones corruptas del PP llevó al poder a Pedro Sánchez, líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), cuya afinidad con José Luiz Rodriguez Zapatero, expresidente español, defensor de un proceso de diálogo en Venezuela, podría cambiar la perspectiva de las relaciones entre los dos países. Si bien España seguirá siendo un eje internacional importante para la búsqueda de soluciones a la crisis venezolana, es probable que la estrategia y las tácticas sean distintas en los próximos meses, lo que podría no ser del agrado de los líderes de la oposición venezolana que actualmente residen en España.

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Por otra parte, no hay que olvidar que el gobierno de Pedro Sánchez no solamente estará mucho más alineado con el modelo Zapatero, sino también dependerá de una fuerte coalición con el partido político Podemos, que nunca ha apoyado soluciones agresivas en contra de Venezuela. Es probable que la vía diplomática sea retomada y se vislumbre la posibilidad de un diálogo nacional con mediadores dispuestos a oír a todas las partes involucradas, sin llevar a la mesa una decisión consensuada por fuera de Venezuela.

Independentemente de la adopción de estrategias diferentes a las de su antecesor, la España de Pedro Sánchez no podrá distanciarse de la coyuntura venezolana, porque son de conocimiento público los inmensos intereses empresariales que España tiene en Venezuela.

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Con la caída de Rajoy, ¿será que la posición de Zapatero favorable al diálogo sobrepondrá a mecanismos sancionatorios que han exacerbado el autoritarismo en Venezuela y conllevado a alianzas extra regionales preocupantes para construir la ruta hacia una democracia fortalecida en Venezuela?

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